UNA buena dosis de paciencia e interés son los factores clave para iniciarse en el mundo de la pesca. Solo es necesario lanzarse sin complejos en la práctica de este deporte para que comience a picar el gusanillo. Ayer, primer domingo de marzo, se iniciaba en Bizkaia la temporada de pesca. Ha llegado el momento de sacar del armario la caña, los anzuelos y la cesta. Como todos los años -este es el octavo-, se puso en marcha la escuela de pesca que Bilbao y el Consorcio de Aguas de Bilbao organizan conjuntamente en el muelle de Ripa, en las inmediaciones del puente de El Arenal.
Este programa ha regresado «tras el éxito de participación de las ediciones anteriores» y con el objetivo de «seguir disfrutando de la recuperación biológica y vegetal de la ría», aseguró ayer el presidente de la Federación de Pesca de Bizkaia, Herminio Pérez. Porque la ría de Bilbao está cada día más limpia y en sus aguas cada vez hay más vida. «En los años que llevamos hemos catalogado un total de cuarenta especies de peces: lubinas, doradas, truchas…», indicaba Pérez. «Lo que hay que mejorar es el fondo marino, para que los peces que venga a nuestras aguas tenga qué comer», proponía el presidente de la federación.
Lo cierto es que entre los más pequeños, la pesca es un deporte que cada año tiene mayor aceptación. «Lo que nos interesa es que los chavales se animen y prueben in situ cómo se pesca», destacaba.
Desde su puesta en marcha, en el año 2003, la escuela reúne cada domingo a centenares de menores de hasta 16 años para practicar la pesca deportiva en la modalidad de captura y suelta, devolviendo a los peces al agua a la mayor brevedad y con el máximo cuidado posible. «De lo que se trata es que los más jóvenes, además de comprobar que en la ría de Bilbao hay vida, pasen una mañana divertida, en compañía de otros amigos y realizando un deporte que engancha», indicaba Pérez.
Bajo un radiante sol primaveral, más de cuarenta chicos y chicas de todas las edades se armaron de paciencia para intentar que algún pez picase su anzuelo. Las sesiones de la escuela de pesca se desarrollaron de 11.30 a 13.30 horas. Miembros del club vizcaino ayudan a los pequeños a aprender cómo colocar la caña y el anzuelo, y les muestran los pequeños trucos necesarios para conseguir con mayor facilidad que el preciado pez caiga en la redes. Pero, muchas veces, no hay truco que valga. Los peces se deslizan con gran destreza. «No es fácil, pero como en todo, es cuestión de tiempo y de rodaje», comentaba Santi, una pescador veterano con más de 30 años de experiencia que estaba muy pendiente de Jon, un aprendiz de 11 años que se iniciaba ayer en la práctica de este deporte. «Siempre me ha gustado y este año me he animado», comentaba el joven de Leioa.
Interés, constancia y paciencia, mucha paciencia, fue lo que sobraba en las inmediaciones del muelle de Ripa. Cañas en fila se asomaban desde la blanca barandilla de El Arenal. Detrás, expectantes y con la mirada puesta en la larga pita estaban los participantes de esta escuela de pesca. «Hoy -por ayer- es complicado pescar porque la marea está baja», comentó Pérez.
Suerte Pero es cuestión de suerte. Siempre puede haber algún pececillo despistado entre los que surcan las aguas bilbainas. Entre los participantes se repartieron camisetas de colores. «Yo vengo casi todos los domingos», comentaba Ana, una aficionada de 12 años de Bilbao. Ander, de 4 años, era el más pequeño de los pescadores. Le costaba manejar la caña, pero con la ayuda de su tía, el niño mostraba muchas cualidades y gran afición. «Le encanta. Solemos venir muchos domingos. Hoy (por ayer) hace muy buen tiempo, pero ya nos ha tocado pasar toda la mañana bajo una incómoda lluvia», comentaba la tía de Ander.
La jornada se desarrolló en armonía y con un excelente ambiente. Los menores, acompañados de familiares, pasaron una agradable mañana con la ilusión de poder hacerse con un pez. «El año pasado pesqué uno y me puso muy nerviosa. El pez se mueve mucho y se resbala. Es difícil controlarlo», añadía Leire.