Un hombre de 45 años,
E.E.J., ha resultado herido tras recibir un
disparo efectuado de manera accidental por un
cazador cuando se encontraba circulando en
bicicleta por un camino agrícola en
Berrocalejo de Aragona.
Su imagen salvaje e impactante me
dejó impresionado y a pesar de que en
aquella época el Boletín Oficial
del Estado todavía no impedía
su disparo, algo detuvo el dedo sobre el gatillo
para no propiciar el lance. Por supuesto
tenía mucho que ver su aureola de
libertad, la belleza armónica de sus
movimientos, y esa estampa de felino
ibérico que causa admiración
por un cuerpo musculado que irradiaba
asombro al ser considerado como una joya
natural de nuestra serranías.
Algunos minutos después y en un
puesto de la traviesa alguien sin tantos
prejuicios sentimentales lo abatió sin
problema alguno de conciencia y tuve la
oportunidad de fotografiarme con el ejemplar
aunque un tanto apenado por su muerte.
Tiempo después se prohibió su
caza en todo el territorio nacional, aunque ya
jamás tuve un nuevo encuentro con su
imagen.
Ahora alguien ha disparado contra un lince
abatiéndolo en una cacería
dentro de un coto de la localidad de Torre Juan
Abad (Cuidad Real), y como no podía
ser de otra forma la muerte del felino ha
conmovido el ambiente medioambiental por
tan sensible pérdida. Dicen que el
cazador lo confundió con un zorro, mal
cazador será, y hasta La Junta de
Comunidades de Castilla-La Mancha se
personará como acusación
particular si la autoridad correspondiente
procede a abrir juicio penal sobre el
desaguisado.
Con esta desaparición de tan bello
milagro natural que se encuentra en peligro de
extinción, se perjudica y mucho la
subsistencia de la especie y nada de
extraño tiene que asociaciones
ecologistas y todos los que se interesan por
este mamífero carnívoro con
sus peculiares orejas con cerdas puntiagudas
de pelos en sus extremos, sientan que algo
desaparece de calidad en la naturaleza. El lince
abatido en Cuidad Real era uno de los
ejemplares liberados dentro del proyecto Life
Iberlince para su recuperación en
Castilla-La Mancha, y de esta forma
errónea, intencionada o no, se pierde
una oportunidad única para su
adaptación en nuestros territorios. Todo
un disgusto que nos entristece.