Desde hace unas jornadas
está ya en vigor el nuevo Plan del
Lobo, documento que regirá la
gestión de esta especie durante, al
menos, los próximos cinco años.
El texto viene a sustituir al aprobado en
diciembre de 2002 y en el decreto publicado de
forma reciente en el Boletín Oficial del
Principado de Asturias (BOPA) figuran una
serie de aspectos que permiten conocer la
situación de la especie en la
región, su evolución en los
últimos años, así como
su incidencia sobre la cabaña ganadera
asturiana. También se incluyen
medidas destinadas a favorecer la coexistencia
de la especie y las explotaciones ganaderas,
otras encaminadas a sensibilizar a diferentes
grupos sociales y potenciar las actividades
turísticas vinculadas al cánido,
sin pasar por alto las dirigidas a controlar su
población, así como las
indemnizaciones a abonar en los casos que
produzca daños.
Entre los aspectos que permite conocer el
texto final, hecho público por la
Consejería de Agroganadería y
Recursos Autóctonos, está el
hecho de que la Administración del
Principado atribuye al lobo unos daños
de cerca de «3.000 cabezas de ganado
muertas al año» en el conjunto
de Asturias. Esto supone que las arcas
regionales están desembolsando
anualmente «en torno a un
millón de euros en
indemnizaciones». Pese a que estas
cifras pueden parecer elevadas, en el propio
Plan del Lobo se especifica que «los
daños imputados al lobo en los
expedientes de indemnización nunca
han alcanzado el 1% del censo ganadero
regional», mientras que el porcentaje de
ganaderías afectadas cada año
ronda el 5% de las dadas de alta.
También se indica en el texto que
durante estos últimos años
«el importe de daños es inferior
al 0,4% de la renta agraria
regional».
El nuevo Plan del Lobo se marca como
finalidad «la conservación de la
especie en el ámbito regional,
manteniendo un nivel poblacional adecuado en
el marco de la preservación de la
población noroccidental ibérica
de lobos en un estado de conservación
favorable, compatible con el desarrollo de las
explotaciones agrarias, de modo que la especie
pueda llegar a ser un elemento al servicio del
desarrollo rural y aceptada por la sociedad en
su conjunto».
En el propio documento se determina que
«no es fácil estimar el
número de individuos a partir del
número de camadas o grupos
familiares». Pero sí se indica
que «desde 1986», tanto en
Asturias como en el resto de la
Península Ibérica, se ha
constatado una tendencia al alza tanto en el
número de manadas como en la
ocupación del territorio que
está realizando esta especie. De hecho
se afirma que su número en los dos
países ibéricos es de
«más de 2.000
individuos», y apunta que en el caso de
Asturias su población mayoritaria se
distribuye por las sierras occidentales. Se
trata, dice el texto, de una distribución
que no ha variado significativamente en los
últimos años, «con la
excepción de la colonización
reciente de la zona oriental de los Picos de
Europa, donde se han asentado poblaciones
estables, y la aparición de ejemplares
en la sierra del Cuera y en la zona baja del
Nalón-Caudal».
En la región este decreto fija en
«en torno a 30» los grupos
familiares asentados en el Principado, mientras
que cifra en «más de
300» el total de los que habitan en la
península, de lo que se desprende que
un 10% de la población de lobos
existentes en España y Portugal se
encuentra en tierras asturianas.
El Plan del Lobo es de aplicación
en todo el territorio regional e incluye una
serie de medidas de control de la especie.
Aunque para ello mantiene la división
de Asturias en siete zonas donde hay una
mayor presencia del cánido, con el fin
de lograr una mayor eficacia en la
gestión de la especie.
Participación de cazadores
El nuevo texto señala que desde
que en 2002 se aprobó el primer Plan
del Lobo, en la región se han abatido
una media de 16 lobos anuales. Esto
equivaldría a que se han eliminado
desde entonces cerca de 200 ejemplares,
prácticamente la misma cifra en la que
se estima que puede estar situada la
población actual del cánido en
la región. Desde la Consejería
de Agroganadería se especifica que no
todos los años se han extraído el
mismo número de ejemplares, sino que
ha habido ejercicios en los que se han
eliminado 32, por otros en los que el
número de cánidos abatidos ha
sido de 6. A estos datos mencionados
habría que sumar, según la
Consejería, que una media de otros
diez lobos al año mueren en Asturias
por otras causas. Lo que implicaría
que, entre cánidos abatidos y fallecidos
por otros motivos, la región ha perdido
más de 300 lobos desde 2002.
Sin lugar a dudas el aspecto más
novedoso del nuevo Plan del Lobo respecto a
su predecesor es que incluye la
participación de cazadores en el control
de esta especie, pese a que sigue sin estar
declarada cinegética. Pero esta
participación se circunscribe a
situaciones puntuales que se detallan en el
propio documento.
Según se recoge en el texto, la
Administración regional
elaborará un programa anual en el que
se fijarán las medidas de control a
realizar en cada una de las zonas de
gestión en las que dividen Asturias. Los
cupos se establecerán en base a los
daños, los datos poblaciones del
cánido en cada lugar o la conflictividad
social que genera, entre otra serie de
aspectos. El principal método para
realizar el control de la especie serán
los aguardos o recechos que lleve a cabo la
Guardería del Principado o personal
especializado. Como apoyo a estas acciones
«se permitirá en las reservas
regionales de caza abatir ejemplares de lobo
en las cacerías legalmente establecidas
de otras especies». Los cazadores no
podrán quedarse con resto alguno de
los ejemplares abatidos y previamente el
guarda del coto les deberá haber
informado de que se pueden llevar a cabo
estas acciones.
«En circunstancias excepcionales y
elevado número de
daños» se autorizará el
uso de armas a la Guardería de los
Cotos Regionales de Caza en sus territorios,
para que colaboren con la Guardería de
Medio Natural en la extracción de los
ejemplares fijados en el programa anual de
actuaciones. Y, en casos críticos, se
podrá autorizar la participación
de cazadores en estos controles.
También se prevé poder
realizar batidas, aunque tendrán un
carácter más limitado y se
llevarán a cabo preferentemente en
zonas de presencia no permanente de la
especie. Otra de las medidas previstas es la
retirada de camadas o capturas en vivo donde
la presencia del lobo ponga en riesgo la
conservación de otras especies. Estos
ejemplares podrán ser llevados, como
ya ha ocurrido con el caso de unos lobeznos
capturados en Ponga, a la Casa del Lobo de
Belmonte. Allí se espera que estos
depredadores en cautividad reciban hasta
30.000 visitas al año. Precisamente este
equipamiento es una de las vías con
las que la Administración regional
considera que se puede mejorar la
percepción que de esta especie salvaje
se tiene en algunos sectores de la sociedad.