Se le conoce más por leyendas, tradiciones, cuentos y mitos que por lo que verdaderamente es. La existencia del lobo ibérico está llena de controversias, de prejuicios y de muchos complejos.
Aunque se trata de un animal que ha acompañado al hombre desde el Neolítico, su sola mención genera polémica: surge el eterno dilema entre los ganaderos y los ecologistas. En medio, las autoridades, que tratan -algunas veces, infructuosamente- de compatibilizar intereses contrapuestos.
Y es que la polémica vuelve a estar servida cuando los ecologistas reconocen que el lobo está en proceso de franca expansión. Su número ha aumentado en tierras de Castilla y León, norte del Duero, Asturias, Galicia, Portugal y núcleos menos numerosos en Sierra Morena, Extremadura, Álava y La Rioja.
Alberto Castro, integrante de Ecologistas en Acción, asegura que en la sierra riojana se han avistado entre dos y tres manadas, compuestas por un macho alfa, una hembra alfa, los cachorros y algún otro macho adulto. En total, las manadas tendrían entre seis u ocho ejemplares.
A pesar de ello, no dan como segura la viabilidad del lobo en La Rioja y no comparten las políticas de gestión adelantadas por el gobierno regional. La Consejería de Medio Ambiente califica al lobo ibérico como una especie cinegética, susceptible de ser cazada, cuando el aumento de la población de animales así lo requiera.
Para Ecologistas en Acción la decisión de dar caza a los lobos responde principalmente a las presiones de los ganaderos riojanos. «El gobierno regional autoriza la caza de tres animales cada año. Si se toma en cuenta que solo hay dos o tres manadas, eso no garantiza la supervivencia de la especie», según el CEA.
Pero no solo la caza «autorizada» es la causante de la disminución del número de lobos. La caza ilegal o furtivismo esta detrás de, al menos, el 40% de las muertes. Además los cepos, lazos y cebos envenenados son los otros recursos que han sido utilizados por el hombre para diezmar la población de los predadores.
Para evitar esto los ecologistas reivindican la gestión de medidas preventivas para proteger el ganado tales como: el pastoreo, los perros guardianes, la construcción de corrales, fladrys (cuerdas con banderolas colgando rodeando el rebaño), pirotecnia o el empleo de asnos como guardianes del rebaño.
Ganaderos en alerta
Si un sector rechaza radicalmente la expansión del lobo ibérico es el ganadero. Y es que el lobo compite por los mismos recursos. Hay un grave conflicto de intereses. En todas las zonas donde existen ganadería y lobos hay daños que constituyen el principal problema de conservación de la especie. En España se estima que llegan a 1,5 millones de euros los daños ocasionados por estos animales.
Luis Torres, coordinador general de la Unión de Agricultores y Ganaderos de La Rioja (UAGR) reconoce que la convivencia de ambas especies es muy difícil. Aunque no se manifiesta en contra de la supervivencia de la especie, sí cree que debe controlarse para evitar una superpoblación.
Considera poco eficaz el uso de cercados, teniendo en cuenta especialmente que en La Rioja prolifera la ganadería en extensivo. Por ello, la mayoría de las veces, los ganaderos tienen que pasar muchas noches cuidando el ganado.
«Si de verdad se quieren mantener estas especies en su espacio vital, la administración tiene que comprometerse a pagar los daños causados por los lobos. No sólo las ovejas muertas, sino las heridas, las estresadas y los abortos que ocasionan. Y tienen que pagarlo bien y rápido. No podemos estar detrás de las administraciones», explica.
Torres denuncia también la superpoblación de ciervos, que afecta a muchos cultivos, provocando daños que los agricultores no estarían cobrando. «El Gobierno riojano prefiere promover el negocio de la caza mayor, que da mucho dinero, a los intereses de los ganaderos. Por lobos o por ciervos, el agricultor o el ganadero, se queda con los daños».