El empresario panameño José María Fernández Pirla aparece todos los años en el mes de octubre por los montes de la Sierra del Sueve, con especial querencia al espacio de Fontanielles, y se lleva grandes trofeos de gamo.
Hace días tumbaba un ejemplar de 187 puntos y el pasado año, también en octubre, abatía otro de 178. En ambos casos medalla de plata.
¿Hay que tener una cuenta bancaria bien saneada para cazar gamos en el Sueve? No, porque la caza en esos lugares no es un artículo de lujo sino una actividad socializada. Para disfrutar de un permiso hay que participar en un sorteo al que acuden cazadores locales, regionales, nacionales y extranjeros. No es raro cruzarse en la sierra con monteros riosellanos , colungueses y parragueses junto a otros que proceden de Nava, Albacete, Oviedo, Teherán, México, Nueva York, Medellín, Dublín o Quebec.
El gamo es una especie foránea. Llegó al Sueve en 1961, a través de una introducción realizada con ejemplares procedentes del parque segoviano de Riofrío. Con gamos de ese espacio ya se había repoblado, hacia 1956, la sierra de Cazorla y los montes toledanos de Quintos de Mora.
Los primeros ejemplares se soltaron para su aclimatación en una finca de Lastres y había pocas esperanzas sobre su definitiva adaptación a la costa cantábrica, así como un elevado temor por el furtivismo. Fue una apuesta del Icona, con el conveniente respaldo de las autoridades del momento. No hay que olvidar que el mandamás de la época, Francisco Franco, era apasionado pescador y ferviente cazador.
Lo cierto es que a muy poca distancia del mar, el gamo se adaptó perfectamente a las características del Sueve y colonizó sin mayores problemas los espacios altos de la sierra, hoy conocidos como lotes de El Potril y Fontanielles.
Hacia el año 2001, cuatro décadas después de su llegada, los rebaños de gamos del Sueve albergaban a más de 1.300 ejemplares. Se encendieron las alarmas de la superpoblación cuando el cérvido empezó a causar destrozos en sembrados y cosechas, así como en especies arbóreas. A partir de ese momento se apostó por autorizar recechos con la finalidad de abatir 275 ejemplares cada año hasta fijar la población óptima entre 500 y 700 gamos. El equilibrio medioambiental del Sueve se rompería por encima de los 800 ejemplares.
En el último conteo, que finalizó hace una semana, la población actual en el Sueve quedó establecida en 583 ejemplares. En atención a ese censo para la presente campaña se va permitir cazar cien gamos y el cupo de hembras quedó establecido en dos por montería.
Los santuarios actuales del gamo en el Sueve son los espacios de El Potril y Fontanielles, lugares de abundantes tejos y grandes bloques de piedra caliza, con la necesaria pradería. Fuera de esos terrenos se encuentra la Rasa de Berbes, donde se ubica el campo de golf de Ribadesella. Allí, entre deportistas que tratan de embocar la pelota en el agujero, resulta habitual ver pastar y rumiar a los gamos. Ese lugar está considerado como un ‘reserva’ y no se puede desenfundar ni encarar el rifle contra animales que ya forman parte del paisaje.