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El sexo del lobo ibérico con perros amenaza su pureza genética

A los disparos de los furtivos, los cepos, los atropellos, los venenos y la caza permitida en Castilla y León y Galicia se suma ahora una nueva amenaza para los 2.000 lobos que quedan en la Península Ibérica. El mayor estudio genético realizado hasta la fecha en esta especie ha encontrado que el 4% de los ejemplares analizados son híbridos, hijos de perros y lobas. El sexo con los canes amenaza con diluir a la larga los genes de esta especie emblemática. Los científicos han estudiado 208 lobos ibéricos. Ocho de ellos, en realidad, son híbridos, procedentes de Asturias, Salamanca, Lugo y Minho (Portugal). El fenómeno es relativamente excepcional, pero se extiende por los bordes del área de distribución de la especie.

Los investigadores, dirigidos por la genetista Raquel Godinho, de la Universidad de Oporto, alertan de que es un problema «preocupante» y recuerdan el caso del lobo etíope, cuyas características genéticas se diluyeron por el cruce con perros asilvestrados. Algunas administraciones públicas, como la Xunta de Galicia, trabajan ya en protocolos para patrullas de guardas que peinen los montes y eliminen a los lobos híbridos con armas de fuego. El Principado de Asturias ya ha abatido a tiros a algunos ejemplares.

Los autores admiten que es «prematuro» extrapolar el porcentaje del 4% de híbridos de su estudio a toda la población de lobos ibéricos, pese a que la cifra coincide con la de trabajos similares realizados en Italia. Sin embargo, reconoce Godinho, la situación puede ser peor de lo que se cree. «La forma en la que hemos recogido las muestras puede haber ayudado a subestimar la hibridación», afirma. La mayor parte de las muestras se han tomado de animales muertos y descritos como lobos por su aspecto. Si los cadáveres parecían de perro, no se tomaban.

«Estamos ante un problema de gestión y conservación. Queremos conservar lobos que sean lo más lobos posibles», explica el consultor Luis Llaneza, coautor del trabajo.

Los nuevos métodos genéticos han permitido por primera vez detectar híbridos de perro y lobo en España. Anteriores estudios no hallaron ni rastro, porque se fijaban en el ADN mitocondrial, que se transmite de madres a hijos. Como los cruces ocurren aparentemente sólo entre perros macho y lobas, no se detectaba huella genética en los hijos. El nuevo estudio, sin embargo, se ha concentrado en el cromosoma Y de los machos.

«En las condiciones actuales no se encuentra un impacto de la hibridación en la población que justifique pensar que el lobo ibérico tendrá una modificación de sus características genéticas», tranquiliza Godinho, que insta a las administraciones española y portuguesa a «tomar algunas medidas de conservación para evitar que ocurra». La solución, proponen, es la «esterilización o erradicación» de los lobos mezclados con perros. «Creemos que los valores de hibridación son suficientemente relevantes como para ser objeto de medidas de gestión», demanda Godinho.

La Estrategia para la Conservación y la Gestión del Lobo en España, aprobada en 2005, ya menciona el problema de la hibridación, aunque lo minusvalora, considerándolo «probablemente más raro de lo que previamente se creía». La estrategia, no obstante, insta a «fomentar la eliminación de perros asilvestrados», a la espera de «profundizar en el conocimiento» del proceso de hibridación mediante estudios moleculares.

El nuevo análisis, por el contrario, sugiere que la hibridación puede ser «más prevalente de lo que se pensaba». Los trabajos disponibles cuando se aprobó la Estrategia no habían hallado indicios de hibridación. El más amplio, llevado a cabo por el biólogo Carles Vilà en 1997, analizó el ADN mitocondrial de un centenar de lobos sin hallar mestizaje con perros. Otro trabajo de 1992 no detectó nada tras el análisis de la morfología de 600 lobos muertos en España.

A la luz de los nuevos resultados, Vilà, que no ha participado en este estudio, cree que «si la tasa del 4% de híbridos es cierta, se podría perder la especie en unas décadas», si los descendientes de perros y lobas prosperan. «Lo importante ahora es investigar qué pasa con los híbridos. Si tienen éxito al integrarse con otros lobos, pueden llegar genes de perro a los lobos, así que los lobos serán más perrunos», alerta el experto, de la Estación Biológica de Doñana (CSIC). El propio Vilà ultima otro estudio genético más amplio que puede desvelar qué está ocurriendo exactamente en los últimos grupos de lobo ibérico de la Península.

Rechazo social

El trabajo dirigido por Godinho, que se acaba de publicar en la revista Molecular Ecology, detalla que tres de los lobos híbridos detectados proceden de retrocruzamientos: sus padres ya eran híbridos y volvieron a cruzarse con los lobos. Los tres se han encontrado en Asturias, cerca de las localidades de Bobia y Penouta. «Esto constituye una fuerte evidencia de que los híbridos no sólo son criados, sino que pueden integrarse en las poblaciones de lobos», advierten los autores.

«Independientemente del porcentaje de híbridos […], los resultados de este estudio deben tomarse con gran preocupación desde el punto de vista de la conservación, porque evidencian una continua hibridación», prosiguen los investigadores. En su opinión, la «posible existencia de un gran número de individuos híbridos» puede tener demoledoras consecuencias sociales y políticas. La pérdida de la pureza genética de la especie, subrayan, puede «afectar a la percepción del lobo como símbolo de la naturaleza indómita».

Este rechazo social a una especie por motivos genéticos tiene precedentes. En la década de 1990, un grupo de científicos llegó a la conclusión de que el lobo rojo, un cánido en grave peligro de extinción del sureste de EEUU, no era una especie con identidad propia, sino el fruto de la hibridación entre lobos grises (nuestro lobo ibérico) y coyotes. Muchos políticos preguntaron qué hacía el Gobierno estadounidense invirtiendo millones de dólares en programas de protección para una especie que no existía. Estudios posteriores han devuelto el estatus de especie al lobo rojo, aunque parte de la comunidad científica sigue impugnándolos.

El nuevo análisis en la Península Ibérica, como ya ocurrió en Italia, constata que el aspecto de los híbridos es más oscuro que el de los lobos puros. Y esta pérdida de identidad se suma a la fama de alimaña que todavía colea en los pueblos españoles, pese a que un estudio de la Estación Biológica de Doñana mostró en agosto de 2010 que buena parte de los ataques a las ovejas atribuidos a los lobos son obra de perros asilvestrados. Y nadie quiere gastar dinero en tiempos de crisis en conservar un bicho malo con una mezcolanza de genes. Los investigadores temen esta posibilidad y son conscientes de la dificultad de cambiar la opinión pública.

Para Juan Carlos Blanco, coautor del estudio y promotor de la Estrategia de 2005, «la única solución es eliminar a los perros asilvestrados y a los híbridos, porque esterilizarlos es demasiado caro». A su juicio, de momento, «el problema no es tan grande, porque los lobos mantienen su estructura genética».

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