«Cazar es otra cosa que matar. Cazar es descubrir el campo, buscar la pieza, tirarla, cobrarla o ver cómo se escapa, porque incluso no es necesario tener que matar para saber cazar. La Caza es un misterio».
Miguel Delibes puede considerarse el ‘cazador’ con mayúsculas. Su difusión de este deporte y sus libros -empezando por Diario de un Cazador en 1955- de una afición que le apasionaba han iniciado a muchos amantes de este arte. La frase es suya. Y es la que mejor definición de aquellos aficionados que cada vez que tienen una oportunidad se echan la escopeta al hombro y patean todo el monte en busca de una pieza, de un trofeo… Y si el regreso es de vacío, tampoco pasa nada. Como decía Delibes: «Cazar es otra cosa que matar».
La caza es un negocio que mueve mucho dinero en toda Asturias y la comarca avilesina no podía ser menos. Dos cotos -Nalón y Sierra de Pulide- que abarcan los concejos de Castrillón, Corvera, Candamo, Illas, Pravia y Soto del Barco cuentan con una extensión de más de 21.000 hectáreas, pero no son las únicas zonas de caza de la comarca. Gozón (7.575 hectáreas) cuenta con un coto en el que la caza menor es la protagonista, mientras que Cudillero (9.439 hectáreas) y Los Cuervos, en Pravia, (7.750 hectáreas) son otras de las zonas en las que los cazadores locales afinan su puntería y demuestran su tino.
La temporada para poder cazar jabalí ha sido la última en iniciarse. La veda, con la salvedad de las cacerías por destrozos de agosto, se abrió el pasado 1 de septiembre y desde entonces han sido muchos los cazadores que han podido posar junto a sus trofeos. En el coto Sierra de Pulide los sábados y domingos están reservados para cacería, al igual que la mayor parte de los miércoles, mientras que la caza menor se reserva los jueves.
Caza menor
Gozón es otro de los cotos regionales en los que se puede practicar la caza menor, aunque en este caso en exclusividad esta modalidad. La arcea ha comenzado a acercarse hasta las tierras asturianas. Su presencia comenzará a ser más abundante a finales de este mes, en el que las piezas en las cacerías pueden alcanzar unos números más que interesantes. La veda de caza menor, la última en abrirse, se levantó el pasado 1o de octubre.
En estos momentos, los montes cuentan con muchas palomas, aunque los cazadores prefieren decantarse por las arceas, también conocidas por becadas. En cuanto a las palomas, son precisamente ellas las que han levantado más polémica esta nueva temporada. La Unión Europea pretende eliminar el reclamo al considerar que el cazador se aprovecha de una época de celo, pero los cazadores consideran que se encuentra perfectamente regulado y por ello hay recogida de firmas para oponerse a esa medida más restrictiva.
Hay más de dos mil licencias de cazadores en la comarca avilesina, en la que se puede ver una pequeña parte de un negocio que mueve muchos millones de euros a lo largo de una temporada. La licencia, que se puede sacar para cinco años, es el menor de los desembolsos -algo más de 10 euros al año-, luego están el equipo (escopeta, chaqueta, zurrón, cartuchos…), los cotos… «Todo depende de lo que uno quiera y cómo lo quiera», reconoce un cazador de los que volver de vacío no es un problema.
También depende de la clase de caza que se prefiera practicar. Para empezar está la caza menor (arcea, palomas, estornino, codorniz…) o la mayor (jabalí, corzo, venado, gamo, rebeco…). Esta última se divide en dos modalidades: rececho o búsqueda de un animal y aguardo o espera.
Hay para todos los gustos. Aunque muchos cazadores coinciden en que el ‘raposo’ es «de lo mejor. Vuelven locos a los perros y cuando los cazas es como una sensación impresionante. Mataste a un zorro, si se llama así, será por algo». Lo dicho, para todos los gustos.