A pesar de las tormentas de los días anteriores, el Día del Cazador y del Pescador en Dima supuso un éxito manifiesto de asistencia, organización y fidelidad. Decenas de miles de cazadores y pescadores se hicieron familia una vez más. La fidelidad de nuestra gente está más blindada y también prueba lo molesta que se siente.
Lo sucedido en torno a la contrapasa, lo que se puede avecinar en relación a la nueva Ley de Caza y el Reglamento de Armas, hacen que nuestro colectivo se haya plantado en un contundente y meditado ¡hasta aquí hemos llegado! Salvo honrosas excepciones -diputada de Agricultura, director de Montes de Vizcaya y Juan María Atutxa-, los políticos volvieron a dejar de lado nuestra cita, lo que manifiesta que no hay elecciones próximas.
Ya llegarán y, entonces, los cazadores y pescadores votaremos, y somos muchos miles. Desde luego, los actuales gobernantes, con lo que se va vislumbrando en torno a la futura Ley de Caza, nos van a tener enfrente, pues no es de recibo legislar sin escuchar a los afectados, sin entender sus más que asumibles reivindicaciones. Pretenden dejar huérfana a la industria armera y a todo el tejido social y económico que bascula en torno a la caza.
Para colmo, nuestras alertas sobre el impacto venenoso letal de las semillas certificadas sobre la caza se han visto corroboradas por el Instituto Nacional de Recursos Cinegéticos. Los cazadores configuran un colectivo muy importante en la vida económica y social de Euskadi, por lo cual deben ser atendidos, entendidos y tratados como su implantación merece. Aún es tiempo para que nuestros gobernantes contemplen esto en las normas a concretar.