Desesperados. Así
están los ganaderos que hacen uso de
los montes del valle de Fornela para el
pastoreo de sus reses debido a los estragos
que en sus cabañas ganaderas
está provocando el lobo, que con total
impunidad mata casi diariamente desde hace
algo más de un mes.
El propio alcalde de Peranzanes, Vicente
Díaz, reconoció ayer que la
situación es insostenible y
clamó soluciones a la
Administración para terminar con un
problema que va en aumento. Las grandes
nevadas de este invierno han dejado tras de
sí muchos animales cinegéticos
—como el ciervo y el
jabalí— muertos y sus
poblaciones enormemente mermadas. Con ello
el lobo apenas tiene que comer y ataca
directamente al ganado, que en la zona en
cuestión es predominantemente de
vacuno.
El ganadero Octavio Cordero, propietario
de Productos Cárnicos Valle de Fornela,
es uno de los grandes perjudicados. En apenas
un mes ha perdido dos novillas que estaban
para parir y dos terneros. Además
otras cinco crías recién paridas
han desaparecido sin dejar rastro. «Son
cinco terneros de vacas paridas que no
aparecen ni vivos ni muertos», se
lamentó este ganadero natural de
Chano. En su caso, los ataques se han
producido en una zona situada entre los
parajes de Fonfría y Forno, entre las
localidades de Chano y Guímara
(Peranzanes); pero según el mismo
explicó, ya no es el único
afectado. Hay otro ganadero que tiene la
explotación en Toreno y que arrienda
los montes de Peranzanes para el pastoreo de
sus vacas que también ha perdido
varias cabezas de ganado por las fauces del
lobo. Hasta seis pérdidas ha
contado.
«Esto se está yendo de las
manos», aseguró Octavio
Álvarez, que ya prepara un escrito con
vista a presentarlo ante la Junta de Castilla y
León para que se busquen soluciones.
Él no está en contra del lobo,
pero el precio que está pagando es
demasiado elevado. «Ya es bastante
duro ser ganadero como para encima tener que
hacer frente en solitario a problemas como
éste», aseguró. Y es
que, hay que recordar que la
Administración no cubre los
daños provocados por el lobo en las
cabañas ganaderas y que los
propietarios de las explotaciones tienen que
contratar un seguro privado si quieren tener
cubiertas las pérdidas en caso de
ataques.
No obstante, el temor no se limita
sólo a los propietarios de ganado
vacuno, los propios vecinos están
«alarmados», según
explicó el alcalde de Peranzanes.
«Tenemos una manada de lobos
impresionante. Hay mucha
preocupación», dijo, afirmando
que se habla de hasta quince ejemplares de
esta especie depredadora juntos en una misma
manada. «Habrá que buscar
soluciones, esto no puede seguir así. Si
no se pueden matar, habrá que
habilitar ayudas para los ganaderos porque
sino acabarán con las vacas y
acabarán con todo»,
redundó Vicente Díaz, alcalde
de un municipio integrado en la Reserva
Nacional de la Sierra de Ancares, por lo que la
protección de la fauna y la flora
autóctonas es especialmente
estricta.
«El censo de lobos sigue creciendo y
cada vez hay menos caza», se
lamentó uno de los ganaderos
afectados, recordando que ya hace unos
años la población de ciervos
empezó a descender bruscamente por
efecto de una bacteria. Las nevadas de los
últimos meses del invierno no han
hecho más que empeorar una
situación que están seguros de
que irá a peor con el paso del tiempo.
«Parece que esto no hay quien lo
pare», aseguran desesperanzados.
Algunos animales aparecen totalmente
devorados, otros muertos con las
vísceras fuera. Esto último se
da —dijo Cordero— porque al
llegar al lugar del ataque otras vacas, los lobos
abandonan la pieza que han matado.