Probablemente nunca haya
reparado en ello, pero cada día se
producen casi cinco accidentes de
tráfico (4,9) en Galicia ocasionados por
colisiones con la fauna silvestre,
fundamentalmente corzos y jabalíes.
De ellos, dos ocurren en las carreteras de
Lugo, la cuarta provincia española con
un mayor número de siniestros de este
tipo, hasta el punto de que el 34 % del total
de accidentes tienen su origen en esta
causa.
Lejos de constituir una anécdota,
el atropello de animales supone un importante
coste socioeconómico, cifrado en
16.334.430 euros al año en Galicia y en
105 millones para el conjunto de
España, una cuantía en la que se
valoran tanto los daños materiales como
los derivados de la pérdida de vidas
humanas y de los propios animales. El dato se
recoge en el primer estudio realizado en
España en el que se analiza esta
situación, realizado por el
departamento de Zoología y
Antropología Física de la
Universidad Complutense de Madrid y
publicado en la revista científica
Journal of Wildlife Research.
El trabajo, dirigido por el profesor Antonio
de Padua Sáenz de Santa María
Muniategui, analizó los accidentes de
tráfico ocasionados por fauna salvaje –
no se cuentan los atropellos a vacas o
caballos- ocurridos en España entre el
2006 y el 2012, período en el que las
pérdidas socioeconómicas se
elevaron a más de 700 millones de
euros, mientras que para el caso concreto de
Galicia se situaron en 114.341.012 euros. La
investigación también
evaluó el coste per cápita anual
(habitantes/año), que indica que el de
Galicia, con 5,86 euros, casi triplica la cifra de
España, de 2,28 euros. Mucho
más llamativo aún es el caso
de Lugo, con 19,41 euros per
cápita.
Densidad del tráfico
En el período analizado se
produjeron en Galicia un total de 12.694
atropellos a animales silvestres (una media de
1.812 al año), que se saldaron con tres
fallecidos, 29 heridos graves y 191 leves, por
las 38 víctimas mortales contabilizadas
en España, lo que supone un 0,22% del
total de muertes por accidentes.
En el estudio, los investigadores se han
limitado a exponer los datos para poner en
evidencia la magnitud del problema, ya que el
análisis de las causas de esta
situación y las posibles soluciones
queda pendiente para futuros trabajos. Sin
embargo, para el caso de Galicia, Antonio de
Padua apunta la elevada biodiversidad que
existe en la comunidad y al hecho de que
«en Galicia el bosque llega sobre la
propia carretera». Este tipo de
siniestralidad también está
relacionada con la densidad del tráfico,
ya que en vías con mucha afluencia de
vehículos es más reducida.
«Donde más atropellos hay –
apunta De Padua- es en las carreteras con
tráfico medio».
Proponen reducir la velocidad en los
puntos negros, en lugar de vallados
La provincia española con un mayor
porcentaje de siniestros producidos por
atropellos a animales con respecto al total de
accidentes de todo tipo es Soria, con un 51 %,
aunque en números absolutos la lista la
lidera Burgos, con 7.000 atropellos al
año.
En el caso concreto de Galicia,
después de Lugo, donde uno de cada
tres accidentes de tráfico está
relacionado con colisiones a animales, se
sitúa A Coruña, con el 12,4 %
del total de los siniestros; Ourense, 12 %, y
Pontevedra, con un escaso 6 %.
Corzos y jabalíes
Corzos, jabalíes y conejos son los
animales más imprudentes a la hora de
cruzar la carretera, aunque entre las
víctimas animales también se
han contabilizado rebecos, ciervos e incluso
cabras montesas. Más sorprendente
aún es el hecho de los 24 atropellos a
linces, una especie en peligro de
extinción, y a un oso.
«Creemos demostrado que los
animales que más costes sociales
ocasionan son los de caza, al no estar
encerrados en fincas cinegéticas
valladas, sino en terrenos abiertos»,
apunta Antonio de Padua. Según los
investigadores, estos accidentes serían
un coste colateral de la industria de
caza.
Teniendo en cuenta los datos de este
estudio, los expertos proponen definir zonas de
máximo riesgo para disminuir la cifra
de atropellos. En su opinión, el vallado
perimetral no es una buena solución,
por los problemas ambientales que acarrea,
pero sí lo sería detectar puntos
críticos y aplicar en ellos medidas
como advertencias al conductor o una
reducción de la velocidad.