La diferencia entre lobos y perros podrá quedar reducida a un gen. Un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha intentado esclarecer los mecanismos moleculares implicados en la domesticación del lobo y la aparición del perro, con el hallazgo de un gen relacionado con la diversidad y que se encuentra inactivo en perros, lobos y coyotes. El trabajo, que ha sido emprendido por un equipo internacional aunque ha estado liderado por el CSIC, ha llegado a estas conclusiones gracias a la secuenciación en perros, lobos y coyotes del gen «Prdm9», implicado en la formación de gametos en un gran número de organismos. (Los gametos son cada una de las células sexuales, masculina y femenina, que al unirse forman el huevo de las plantas y de los animales) Así, han descubierto que el gen se encuentra inactivo en estas tres especies de cánidos, por lo que tuvo que dejar de funcionar antes de la separación entre coyotes y lobos en la línea evolutiva. «Durante la investigación observamos una serie de mutaciones que hacen que este gen esté inactivo.
Al ver que las modificaciones genéticas eran compartidas por perros y lobos pudimos establecer que «Prdm9″ no dejó de funcionar durante la domesticación, ni después de ella, cuando el perro derivó del lobo, sino antes de la separación de las dos especies», explica la investigadora del CSIC de la Estación Biológica de Doñana, Violeta Muñoz. De hecho, afirma que al ver que las mutaciones también están presentes en el coyote se cree que el gen dejó de funcionar con anterioridad, antes de la divergencia entre lobos y coyotes.
Según el equipo de investigadores, la relevancia del gen «Prdm9» radica en que su intervención es necesaria para una correcta recombinación genética, es decir, para que no haya errores en la formación de los gametos (óvulos y espermatozoides). Además, en la recombinación se generan nuevas combinaciones de alelos en la descendencia de un individuo. (Un alelo es cada uno de los genes del par que ocupa el mismo lugar en los cromosomas homólogos y su expresión determina el mismo carácter o rasgo de organización, como el color de los ojos, por ejemplo)
Algunos animales lo tienen
Sin embargo, a pesar de la importancia de este gen, el CSIC indica que se sabe que algunos organismos, como las aves, los anfibios, los reptiles o las moscas, carecen de él. «El gen que estudiamos en este artículo interviene en la formación de nuevas combinaciones de caracteres y, además, secuenciamos la parte que parece estar implicada en esta función. Si la inactividad de ‘Prdm9’ sólo se diese en los perros, podría tener que ver con la domesticación», ha agregado. Como también ocurre en lobos y coyotes, cree que sería interesante determinar si es algo inherente a la familia de los cánidos. De esta manera, el estudio se engloba dentro de una línea de investigación que pretende aclarar los mecanismos moleculares responsables de la diversidad morfológica, conductiva y fisiológica, es decir, fenotípica, de los organismos.
El perro como modelo
Para ello, los investigadores tomaron al perro como modelo, ya que es la especie de vertebrado con mayor diversidad fenotípica y permite la comparación con el lobo, del que deriva. «Para ver las grandes diferencias fenotípicas que presentan los perros es suficiente con comparar un chihuahua con un san bernardo, o un sharpei con un schnauzer, por ejemplo», comenta la investigadora del CSIC. A partir de este estudio surgen nuevas preguntas, y la principal de ellas, según los investigadores, es cómo se forman correctamente los gametos en los cánidos si este gen no funciona. En gatos, por ejemplo, la estructura del gen está conservada y no parece haber sufrido mutaciones que lo inactiven, asegura Muñoz.