Mientras no entendamos que los perros no existen para mitigar nuestros complejos y carencias psicológicas, mientras no comprendamos que humanizar a los perros y tratarlos como bebés no les hace ningún bien, difícilmente podremos hablar de bienestar animal.
Por mucho que sean otros quienes se esfuercen en orientar la crítica hacia el colectivo cazador…
- 1 Humanizar a los perros no es bienestar animal
- 2 Ejemplos de este tipo impiden que nos pongamos de acuerdo
- 3 La responsabilidad de conocer a nuestros perros
- 4 No podemos humanizar a los perros, ni tampoco cambiar si identidad
- 5 Pocas veces los extremos llevan la razón
Humanizar a los perros no es bienestar animal
Hace ya un par de años me crucé en Youtube con una entrevista al famoso adiestrador canino César Millán, en el que justamente hablaba sobre los nefastos resultados de humanizar a los perros.
Incluso clasificaba este tipo de acciones como una forma de maltrato animal.
Y como amante de los animales no puedo estar más de acuerdo, pues resulta aberrante ver a esos pobres perros disfrazados por la calle, portados en sillitas de paseo, gordos como pelotas por una mala alimentación y la falta de ejercicio y con sus instintos naturales prácticamente anulados.
No son perros felices, a pesar de que sus tutores opinen de forma contraria y se vanaglorien de lo bien cuidaditos que los tienen.
Y no lo son, por la sencilla razón de que un perro, como cualquier otro animal, necesita jerarquía y equilibrio, aspectos clave que intervienen en todo lo demás.
Ejemplos de este tipo impiden que nos pongamos de acuerdo
Pero voy más allá…
Con frecuencia les echamos en cara su falta de conocimiento sobre el medio natural y los animales.
Y su obsesión por consentir y humanizar a los perros solo es un ejemplo de más de su confusión, que hace inviable cualquier tipo de sinergia entre cazadores y animalistas.
Siempre he respetado de ellos su defensa a ultranza del mundo animal, porque se trata de un nexo en común que tienen con nosotros.
El problema es cuando se radicaliza el mensaje, cuando lo queremos llevar al extremo, cuando buscamos ir un paso más allá del respeto que se les debe y pretendemos clasificarlos como iguales.
Porque al final, entre otras muchas cosas, terminan perdiendo su origen, su raza, su naturaleza y sus instintos.
La responsabilidad de conocer a nuestros perros
Tener la tutoría de perros, como de cualquier otra especie animal, no solo es un privilegio, además implica una gran responsabilidad.
Es obligación nuestra como propietarios conocer sus características y proveerles de aquello que requieren para su bienestar.
No sirve con meterlos en la cama a dormir, ni inflarles a golosinas, ni llamarles a la voz de diminutivos graciosos e infantiles.
Porque entre sus necesidades, ninguna de esas cosas ocupa una prioridad y tampoco les hace ningún bien.
Y este es otro de los errores de bulto que cometen tantos animalistas, que además son incapaces de escuchar y entender su error.
Probablemente, porque el impulso de adquirir un animal de compañía, tiene más que ver con un vacío personal o sentimental, que con la inquietud de compartir sus días con un perro.
No podemos humanizar a los perros, ni tampoco cambiar si identidad
Del mismo modo, no podemos pretender que ese nuevo can que hemos acogido cambie de forma drástica instintos que son tan ancestrales como nuestra propia historia.
A veces escucho, de voz de esta gente, que han logrado que sus perros no persigan gatos o ratones y que cuando los sacan de paseo, con mucho esfuerzo, eso si, tampoco les da por quedarse mirando a las palomas.
Y hemos de comprender que ninguna de estas actitudes en un perro es lógica, pues todas las razas, desde las grandes a las más pequeñas, tienen un instinto predador que les caracteriza.
El perro tiene que ser perro y caza. El gato, tiene que ser gato y también caza y pretender lo contrario, en ningún caso es bienestar animal.
Pocas veces los extremos llevan la razón
A lo largo de la historia se ha demostrado que, en contadas ocasiones, las posturas extremistas acaban en poder de la razón.
Y la doctrina de estos activistas radicales, tiene mucho de extremista.
Defender y mirar por los animales no está reñido con hacer un óptimo aprovechamiento de ellos.
Y humanizar a los perros, como a cualquier mascota en general, está muy lejos de ser positivo para ellos.
No son nuestro capricho, son nuestra obligación y convivir con ellos implica respetar lo que son y aprender a satisfacer sus necesidades, no las nuestras.
¡Un abrazo y al monte!
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