La Guardia Civil en el marco de
la Operación ‘Rabdomun’
ha realizado numerosas inspecciones a perros
durante la temporada de caza, en las que se
pudieron observar anomalías en las
cartillas sanitarias, referentes a la
vacunación antirrábica, por las
que se procedió a inspeccionar varias
rehalas, en las que se pudo comprobar
deficiencias y falta de sellos obligatorios en los
certificados de vacunación.
Al objeto de investigar tales hechos, se
procedió a la extracción
representativa de sangre de varios animales
que integraban las rehalas. De los resultados
obtenidos en los análisis de sangre de
los animales muestreados, y en
aplicación de la normativa por la que
se aprueban las normas zoosanitarias
aplicables a los desplazamientos de animales
de compañía sin ánimo
comercial, se considera que los animales cuyo
título de seroneutralización en
UI/ml es inferior a 0,50, no se le ha inyectado
la vacuna en su dosis correspondiente.
Con independencia de lo anterior,
también se pudo apreciar en el
resultado de análisis, que muchos de
los animales muestreados, aunque se
consideran vacunados según la
legislación aplicable, su contenido en
anticuerpos es muy inferior al normal que
poseen los animales inoculados con una dosis
reglamentaria de este tipo de vacuna, y que
está sobre los 1,50 y 2 UI/ml
aproximadamente, por lo que se sospecha que
los animales han sido tratados con una dosis
muy inferior del producto contenido en la
vacuna o, que aún le quedan
anticuerpos del tratamiento del año
anterior.
Tras lo anterior, se comprueba que la
persona imputada no realizaba la
vacunación obligatoria
antirrábica. Circunstancia que
igualmente queda acreditada por el Colegio
Oficial de Veterinarios, dado que el profesional
imputado no ha notificado ni realizado la ficha
clínica.
A pesar de todo ello, el veterinario
consignaba en las cartillas sanitarias o
pasaportes oficiales para animales de
compañía, las anotaciones
precisas para acreditar que los animales
habían sido tratados de forma
reglamentaria, aunque elude la
colocación de los sellos oficiales del
colegio de Veterinarios y reseña de la
vacuna utilizada. Sustituyendo estos requisitos
por su sello profesional, su firma y la
consignación manuscrita de la marca
de la vacuna utilizada.