Subastan 32 lotes de caza de monteses por 31.340 euros
Viticultores de pequeñas y grandes extensiones recurren estos días a la radio, al disparo de petardos, a rutas nocturnas con el coche y otros inventos para evitar que los animales se coman las uvas
Las uvas están ya maduras y la cosecha se está adelantando por las altas temperaturas. Esto está ocasionando que los viticultores (especialmente los pequeños que cosechan para autoconsumo) se enfrenten estos días a la amenaza de las manadas de jabalíes, que entran en sus viñedos y arrasan lo que pillan. Vendimian, o más bien destrozan, antes de la recogida.
Con este panorama, son muchos los dueños de pequeñas, medianas y grandes extensiones de viñedos que adoptan medidas para minimizar los efectos de jabalíes y también de los conejos. En el caso de los primeros son muchos los que se organizan y salen por las noches para tratar de espantar a los animales.
Por ejemplo, en los viñedos de la zona de Puente de Domingo Flórez, Salas de la Ribera o Las Vegas de Yeres, el viticultor se las ingenia para ahuyentarlos. Lo más socorrido es colocar detonadores de carburo, que explotan durante la noche y ocasionan un ruido similar al del disparo de una escopeta de cartuchos. Es un método que funciona al principio, pero al que los depredadores de viñedos acaban acostumbrándose.
Compuestos
El jabalí tiene mucha memoria y si come alimentos repelentes suele cambiar de zona
También hay quien ha optado por otro método casero y es el colocar varios aparatos de radio y mantenerlos encendidos en diferentes puntos de la viña durante toda la noche. Hace unos días, con la llegada de las tormentas este periódico comprobó sobre el terreno cómo colocaban estos aparatos de radio dentro de una botella de plástico, de las de cinco litros de agua, a la que perforaron los laterales para que se propagasen los sonidos de las emisoras de radio y, en caso de lluvia proteger el sintonizador.
Existe también el viticultor que decide dar una vuelta de noche por el viñedo con el coche, moviendo las linternas, haciendo el máximo de ruido y lanzando petardos especiales que sueltan un fuerte olor a pólvora, algo de lo que huyen los jabalíes acostumbrados a escapar de las batidas de cazadores.
De igual forma, hay quien opta por métodos más sofisticados que venden diferentes fabricantes, como la suelta de feromonas de otros animales o repelente de jabalíes en forma de bolas granuladas con un sabor amargo.
El repelente de jabalíes es un producto granulado que según fabricantes contiene aceite de pescado, harina de cereales y un agente amargante. Son productos naturales que en principio atraen al jabalí y se lo come. Pero lo que ocurre es que finalmente le sabe a rayos, y eso provoca que el animal recuerde en su memoria que los alimentos en esa zona en concreto no son agradables para su paladar. Los entendidos consultados aseguran que el jabalí tiene muy buena memoria y si encuentra comida en un lugar volverá si las circunstancias le son favorables. Por eso, el viticultor se las ingenia para causar malas sensaciones al animal y con ello que cambie de preferencias para salir por las noches en el monte a alimentarse.
Pero, visto lo visto, lo cierto es que no existe un método infalible para ahuyentar al jabalí de los viñedos o, en su caso, los sotos de castaños, también alimento muy preferido. Suelen acostumbrase a los ruidos que causan los petardos de carburo, suelen también acostumbrase a los espantapájaros o material reluciente que se ven a veces en los viñedos.
Fuente. diariodeleon.es