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La abundancia de jabalíes y el deterioro de la valla de la A-8 disparan los accidentes

«SOS, animales sueltos». No hay ninguna pancarta en la que rece ese eslogan, pero los últimos accidentes de tráfico ocurridos en Cantabria –varios en la autovía A-8– ocasionados por los jabalíes, han disparado todas las alarmas.

Tantas como para que Samuel Ruiz, delegado del Gobierno en Cantabria, ya haya dejado una consigna por escrito: ha enviado una notificación a la Demarcación de Carreteras de Cantabria «para que se analice la siniestralidad y se diseñe un plan de actuaciones de mejora y arreglo del vallado y también para que se estudien otras alternativas como el uso del repelente».

 Los sucesos se han convertido en habituales en los últimos días. Una repetición que merece el calificativo de «considerable» para la DirecciónGeneral de Montes o de «alarmante» si quien hace la evaluación es la Federación Cántabra de Caza. Adjetivos al margen, la preocupación toma cuerpo real al comprobar los datos: en lo que va de año se han registrado en la región 377 accidentes (15,7% del total) provocados por animales y en uno de ellos, causado por un jabalí el 4 de noviembre en Ontón, el resultado fue la trágica muerte de dos personas. Y otro hecho: los siniestros más graves ya no sólo ocurren en carreteras de montaña y del interior, sino en las autovías, territorio vallado y hasta ahora estanco.

 La encomienda de la Delegación revela que un deficiente estado de conservación del cierre de la autovía es uno de los principales motivos por los que los jabalíes están invadiendo unos viales que en teoría son infranqueables. En muchos lugares del recorrido de la A-8, en especial entre Torrelavega y Unquera, las zonas débiles o ya rotas de la valla de cierre han sido hozadas por los jabalíes y en otros casos el paso del tiempo ha abierto boquetes.

 Una denuncia formulada por la Federación Cántabra de Caza, que ha elaborado dos informes que fijan con claridad los puntos negros de ese vial y exigen la reparación del cierre. Un recorrido con cuatro marcas en zonas concretas, porque la suma de accidentes desde 2006 ya es de 49 siniestros. Es más, el punto kilométrico 266 de la A-8 es la gran diana: entre el viaducto del arroyo de Gandarillas (San Vicente) y el viaducto del Nansa (Pesués) se contabilizan 18 sucesos en los últimos seis años.
 Pero los siniestros también tienen otro agente causal. Según la Dirección General de Montes de Cantabria, desde hace al menos 15 años se ha registrado una «notable expansión» de la población de corzos y jabalíes hacia las zonas costeras de la región, áreas que tienen en la autovía A-8 un ‘cortafuegos’ de asfalto.

 A decir de los expertos, la superpoblación de cerdos salvajes es otra realidad, como también lo es la colonización de nuevos territorios. La abundancia es reconocida por la Administración regional, que se ha visto obligada a autorizar batidas extraordinarias «por los daños provocados en fincas y en el ganado o por causar accidentes de tráfico». La norma, señala Javier Manrique, director general de Montes, es «revisar e incrementar las cacerías y el cupo» cuando hay una reiteración de las denuncias; hasta el punto, revela, de que en algunos cotos se ha producido «un incremento del aprovechamiento del jabalí y el corzo, hasta triplicarlo».

 Tanto los responsables de Montes como los expertos coinciden en que en los últimos años los jabalíes han colonizado zonas costeras. No es el caso del área del Monte Corona, pegado a la A-8. Ése siempre ha sido hábitat de jabalíes, por lo que desde la Federación de Caza se pone el punto de mira en los defectos en el vallado para explicar la frecuencia con la que se están produciendo accidentes. Y aportan una reflexión para reforzar sus tesis: en la autovía de la Meseta, por ejemplo en el área de Montabliz, no se han registrado casos aunque el área es una gran reserva de jabalíes. La explicación llega de inmediato: la infraestructura es de reciente construcción y el cierre es sólido.

 De lo que no tienen duda es del ‘movimiento’ de las manadas de cerdos salvajes. Ya sea ‘batidos’ por las cacerías, por el abandono de las fincas del interior (ya no se cultivan) o por la búsqueda de alimento, los jabalíes se han convertido en habitantes de paisajes casi urbanos. Por eso a nadie le extraña ver con regularidad a algunos ejemplares en la playa del Trengandín, en Noja, y en las fincas urbanas del municipio. «Hace tres semanas un vehículo impactó contra tres ejemplares junto a la gasolinera de Castillo (Noja). Se les ve casi a diario. Buscan comida junto a los contenedores de basura». Escenas que hace años eran casi imposibles a pie de playa.

 La suma de todas esas realidades y la alarma creada han hecho que IgnacioValle, presidente de la Federación de Caza, representantes de cotos y alcaldes de algunos municipios, Vega de Pas y Ribamontán al Monte, mantuvieran una reunión con el delegado del Gobierno, Samuel Ruiz. Fue en ese encuentro donde presentaron dos informes en los que detallan el estado del vallado de la A-8 entre Torrelavega y Unquera. Y fue tras ese diálogo cuando el delegado optó por requerir un estudio y actuaciones a la Demarcación de Carreteras del Estado en Cantabria.

Aunque el último accidente mortal ha ‘demonizado’ al jabalí, en Cantabria no es la especie que provoca más accidentes. Según datos de la Dirección General de Tráfico, en 2011 los cerdos salvajes estuvieron detrás de 70 siniestros en la región, el mismo número que los provocados por perros. Los cérvidos, sin embargo, causaron 124 accidentes, la mayoría en territorio de la Reserva del Saja.

 En lo que va de 2012, son ya 377 los siniestros de tráfico en Cantabria con animales implicados (un 15,7% del total de accidentes, que son a estas alturas 2.081), y de especies «de todo tipo», tanto domésticas como salvajes. Según destaca el jefe de la Guardia Civil de Tráfico, el comandante Lorenzo Bárez, «tuvimos muchos problemas con cabras entre Hoznayo y Beranga, con caballos sueltos en Reinosa, muchísimos con perros, hasta tuvimos que abatir una vaca en la A-8 en Laredo…». «Una velocidad adecuada a la vía», es su receta para evitar colisiones. Sobre el vallado de las autovías, Bárez no se detiene aunque apunta un gráfico «no se pueden poner puertas al campo».

 En el tramo de la A-8 analizado por la Federación Cántabra de Caza –entre los kilómetros 232 y 273–, se han producido 49 accidentes causados por animales entre los años 2006 y 2011 (34 de jabalí y 11 de corzo), según los atestados que llegan a los cotos. Son 41 kilómetros con cuatro puntos negros, siendo el más ‘peligroso’ el que discurre entre los viaductos Arroyo de Gandarillas, de San Vicente, y el del río Nansa, junto a Pesués. En este tramo hubo 18 accidentes en esos seis años. Pero la historia ha vuelto a repetirse hace sólo una semana, pues es ahí donde se encuentra la población de Los Tánagos (Val de San Vicente), donde el pasado domingo, día 2, tres jabalíes provocaron un accidente múltiple.

 Otro punto señalado como uno de los más peligrosos es el de Quijas (Reocín). El presidente del Club Deportivo de Caza San Benito, Luis Benito, dice que circular hasta Cabezón «es un peligro constante» porque el vallado se colocó hace 17 años y nunca se reparó. Apunta directamente al kilómetro 239 de la A-8, «donde todos los meses hay accidentes». Desde esta zona dicen observar el paso de animales salvajes rumbo «a Oreña, Novales y Cóbreces», por lo que plantean que se cree un paso para ellos. Y no se habla de Carandía, donde esta semana ocho jabalíes causaron el accidente en cadena de cinco coches.

 El informe de la Federación propone un cambio de la valla por otra nueva y bien enterrada. Además, el segundo estudio entregado a la Delegación del Gobierno sugiere una serie de medidas preventivas para que se adopten en el tramo de la A-8 que actualmente está en construcción, entre Solares y Torrelavega.

 En el documento se identifican las zonas naturales de paso de animales, tomando como referencia los accidentes producidos en la carretera N-634 que discurre en paralelo. En esta vía hubo, en seis años, 34 accidentes (23 de jabalí y siete de corzo). Para que los siniestros no se repitan en la futura autovía, se proponen corredores de fauna, un vallado y pasos canadienses.
 
Con la colaboración de Vicente Cortabitarte y Sara Torre

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