Las primeras nieves de la actual campaña cinegética hacían su aparición la semana pasada pero el manto blanco de las zonas altas apenas tuvo repercusión en el desarrollo de las monterías. Salvo en tierras del concejo de Onís, donde el jueves decidieron suspender la caza mayor del fin de semana y quedaron inmaculados los lotes de Sirviella, Maliciegu y La Cuestona.
¿Decisión precipitada? Lo cierto es que en los montes de los municipios limítrofes, Cabrales, Amieva, Llanes y Cangas de Onís, se cazó con absoluta normalidad porque el terreno ya se había despojado de su capa blanca y los animales salvajes contaban con defensas más que suficientes para poner a prueba su instinto de supervivencia frente al predador humano.
Aunque la legislación de caza es competencia de las autonomías, las diferentes comunidades se limitaron a copiar literalmente el artículo 31, párrafos tercero y cuarto, de la Ley de Caza de 1970, donde se explica que «se prohibe cazar los días en que la nieve cubra de forma continua el suelo o cuando por causas de la misma queden reducidas las posibilidades de defensa de las piezas de caza». Y puede ocurrir que en una misma comarca haya un metro de nieve en algunos montes, mientras que otros lugares están completamente despejados.
Y así, el sábado, mientras las escopetas permanecían enfundadas en Onís, la cuadrilla llanisca de ‘Garci’ viajaba al lote leonés de Boca de Huérgano y de allí regresó con cuatro gorrinos que pesaron 122, 53, 46 y 44 kilos. En el resto de los concejos de la comarca ya es sabido que se tumbaron 112 verracos.