El Departament d’Agricultura i
Medi Natural de la Generalitat se ha
comprometido a ahuyentar las poblaciones de
buitre leonado que han sido motivo de quejas
por parte de los ganaderos y a mejorar la
gestión de los muladares y otros
comederos para evitar superpoblaciones no
deseadas.
Así lo ha anunciado el director de
Medi Natural, Antoni Trasobares, en una
reunión celebrada en la sede de la
‘conselleria’ en Lleida.
El objetivo, según Agricultura, es
profundizar en el conocimiento de la
biología del buitre para mejorar las
«interacciones» con el ganado
doméstico. Asimismo, se compromete
a «promover y potenciar el seguro» para
pérdidas ganaderas atribuibles a los
buitres.
Entre las acciones, Agricultura cita en
primer lugar la necesidad de acometer
operaciones «puntuales» para ahuyentar los
ejemplares en pastos o explotaciones «con
constatación de quejas de los
ganaderos».
Periodo de parto
De hecho, suele ser habitual que
numerosos buitres acudan a una misma
explotación donde recientemente ha
habido partos de vacas o yeguas, pone como
ejemplo Ricard Casanova, jefe del servicio de
Biodiversidad. Es una conflictividad «muy
asociada al periodo del parto en explotaciones
extensivas». Se trataría, prosigue, de
que los agentes rurales «efectuaran disparos
disuasorios, hicieran sonar cláxones o
cualquier otra medida que los
ahuyentara».
Para evitar que vuelvan a la
explotación conflictiva, se han pensado
varias alternativas. Este mes de mayo, explica
Casanova, aprovechando los controles
sanitarios que se harán en cabras
domésticas asilvestradas, los
cadáveres «se dejarán sobre el
terreno para que puedan aprovecharlos los
buitres». Lo mismo se hará con los
cadáveres procedentes de batidas
selectivas de ungulados salvajes en el Pirineo y
el Prepirineo. «Se dejarán los
cadáveres -dice Agricultura- para que
los buitres hagan su función y desviar
así la atención de los buitres
hacia explotaciones equinas o bovinas».
Agricultura también plantea
«mejorar la gestión de las aportaciones
de alimento en los muladares y puntos de
alimentación suplementaria
autorizados, reduciendo cantidades, evitando la
aportación de cadáveres y
repartiendo y escondiendo los subproductos,
con el objetivo de no favorecer a los buitres
comunes».
Telefóno para avisar
La ‘conselleria’, prosigue, quiere
«compatibilizar la actividad ganadera de
montaña con la presencia del buitre
común». «Con los años se ha
demostrado que el buitre no ataca al ganado
sano, pero sí ayuda a que mueran
animales que están moribundos o que
morirían en breve». Así, desde
el departamento se instará a los
ganaderos a que avisen al departamento de la
presencia de más de cinco buitres
comunes en explotaciones ganaderas durante
período de mayor riesgo de presuntos
ataques o avisar cuando hay presuntos ataques
(teléfonos 112 o 93 561 70 00) para
llevar a cabo un seguimiento más
cuidadoso y prevenir futuras
interacciones.
Los buitres comunes suelen comer
cadáveres del ganado
doméstico y salvaje. «Estos animales –
insiste Agricultura- no tienen un
comportamiento depredador o agresivo que los
empuje a atacar sistemáticamente, y
el hecho de comer los restos de animales y
también de los partos se puede
considerar como absolutamente normal en la
especie». El buitre leonado, añade,
«jamás caza o captura sus presas. Son
planeadores y no se pueden lanzar a capturar
una presa con habilidad». Sus garras
están «diseñadas» para sujetar y
aterrizar, pero no para cazar, inmovilizar una
presa y, posteriormente,
llevársela.
Los procedimientos que se utilizan para
comprobar los daños causados por
buitres han ido mejorando desde el año
2008, dice la ‘conselleria’: «Todos los casos
dados como positivos han sido siempre en el
momento del parto o por problemas asociados
al parto.
Estadística de supuestos
ataques
Aunque el buitre no tiene un
comportamiento de atacar al ganado sano, en
el año 2008 se puso en marcha un
sistema para poder peritar los casos «de
presuntos ataques» que pudieran denunciar los
ganaderos. De los 223 casos denunciados al
Departament d’Agricultura desde el 2011 hasta
el 2014, «y tras una serie de comprobaciones
exhaustivas», solo 12 se han acabado
considerando como positivos y se ha
indemnizado al ganadero.
Muchos de los casos reclamados son en
realidad casos en los que el ganadero
interpreta que la causa de la muerte es el
ataque de los buitres, «cuando la actitud del
buitre es consecuencia de otro motivo
subyacente (animal con problemas, muerto o
moribundo por otras causas)». «El buitre –
añade Agricultura- puede empezar a
comer una vaca o un ternero cuando
aún están vivos, pero siempre
se trata de animales con problemas y
limitaciones de movimiento o bien ya
moribundos, que muy posiblemente en poco
tiempo habrían muerto por
imposibilidad de recuperación».
Además, observando
también los datos de los dos
últimos años, muestran que el
número de casos denunciados es
mucho menor y desde el 2010 han ido bajando
a la mitad. De hecho, se ha pasado de 78
casos denunciados en el 2011 a 36 en el 2014.
Las comarcas con presencia histórica
de buitres, con poblaciones importantes como
la Alta Ribagorza o el Pallars Jussà, y
con mucha ganadería también
extensiva, han reclamado solo 60 casos de los
más de 400.
«Por lo tanto -concluye Agricultura-, si
fuera cierto que habitualmente los buitres
atacan al ganado y fuera un comportamiento
habitual de la especie, el mayor
número de ataques sería
precisamente donde hubiera una
población más abundante. Con
más de 3.000 buitres en Catalunya,
repartidos por los 365 días del
año, las decenas de casos reportados no
hacen más que demostrar que los
buitres no son depredadores y las interacciones
con ganado vivo son una conducta nada
frecuente que siempre viene asociada a otros
problemas externos existentes en los animales
y ajenos a los buitres».