Dar indemnizaciones directas a los ganaderos que han sufrido ataques de lobos y que no tienen suscrito un seguro que las cubra está, hoy por hoy, fuera de la Ley de responsabilidad patrimonial, pero en los próximos días se estudiarán y analizarán los «impedimentos legales» para ver si es posible alcanzar una solución a corto plazo.
Así lo manifestó ayer el director de Medio Natural de la consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta, José Ángel Arranz, quien presidió el Comité Técnico de Seguimiento del Plan de Conservación y Gestión del Lobo en Castilla y León, del que forman parte las consejerías de Fomento y Medio Ambiente y de Agricultura y Ganadería, así como las organizaciones agrarias, asociaciones para la conservación de la naturaleza, miembros de la comunidad científica universitaria de Castilla y León y asociaciones de caza.
La reunión fue tensa y larga, más de cuatro horas y media en las que las organizaciones agrarias se mantuvieron firmes en su postura de que el ganadero no se vea obligado a contratar un seguro para poder recibir una indemnización por los daños que el lobo causa en sus explotaciones. En este sentido, el responsable de Medio Ambiente de UCCL, Jesús Muñoz, recordó que otras comunidades como Galicia, Asturias o Madrid indemnizan directamente al ganadero por los ataques de lobos, por lo que, concluyó que «tiene que ser legalmente posible».
Del encuentro de ayer Arranz saca una conclusión positiva: «Todos están de acuerdo en que el plan es mejorable, pero que es mejor con plan que sin él». Y como es mejorable, se acordó modificarlo. Durante los próximos días todos los que ayer se sentaron a la mesa se han comprometido a presentar propuestas encaminadas a solucionar la conflictividad social que suscita este animal. Entre las propuestas que presentarán las opas, la Alianza por el Campo que conforman UPA y COAG pide ampliar el presupuesto para colocar más cerca en las zonas de mayor presencia de lobos para así proteger a la ganadería. Desde Asaja proponen la recuperación de los muladares, zonas controladas en las que se pueda dejar alimento para los lobos, como reses muertas, con el fin de que no ataquen al ganado.