La Junta de Comunidades, la
misma semana que ha fallecido el tercero de
los ocho linces liberados el pasado mes de julio
en Castilla-La Mancha, ha publicado en el
Diario Oficial de la región la nueva
regulación para el uso de lazos y
trampas de caza en las llamadas zonas
linceras, las zonas donde se hacen suelta de
linces y por donde estos animales pueden
encontrarse.
A la vez que la Junta anunció que
se personaría como causa particular
contra el trampero detenido por la muerte de
‘Kairós’, el tercero de estos animales,
por un lazo ilegal de caza de animales no
selectiva, ha publicado esta nueva
ordenación que no cambia
prácticamente en nada el estado de
estos animales en la región a pesar del
gasto y el esfuerzo que se realiza en la
reintroducción de la especie en la
región.
Lo único que se pide con esta
nueva ordenación, que no
prohíbe el uso de estas trampas en las
zonas de suelta de linces, es que los
propietarios de las fincas y parcelas revisen de
vez en cuando las trampas. Además
piden que firmen un convenio por el que se
comprometen a que «van a colaborar» con las
sueltas de linces, pero no de les obliga a
retirar las trampas que pueden acabar con
alguno de estos ejemplares, caso de esta
pieza.
Este uso de trampas y lazos se considera
como «control de predadores» por la Junta de
Comunidades. A su vez, el lince es un animal
depredador y que de hecho no tiene
depredadores naturales.
La Junta va más allá y
reconoce que «puede caer alguno»
refiriéndose a linces en las zonas de
suelta por lazos y trampas. Además
justifica el uso del trampeo como eliminar de
los campos «perros y gatos asilvestrados», algo
que da pie al anteproyecto de la nueva Ley de
Caza que ya avanzamos en este medio y que
permitirá matar perros y gatos, cerrar
caminos públicos para cazar,
técnicas como el lanceo (matar con
lanza) y anteponer los intereses del llamado
sector cinegético (de la caza) sobre la
utilización de los campos de la
región como elemento
público.
Fuentes ecologistas consultadas se hacen
eco de esta ordenación preguntando
simplemente, «¿cómo se sabe
que los perros y gatos son asilvestrados y no
son domésticos extraviados?», algo que
lógicamente es imposible de saber por
una trampa que al animal que atrape,
acabará con él. Un perro
doméstico puede perderse en un campo
o extraviarse un gato, aparecer asfixiado por
uno de estos lazos, y que no sea
ningún motivo de falta para aquel que
coloca lazos que acaban con la vida de
animales.
Es una mezcla de contentar a los intereses
de la caza por un lado mientras que por otro, a
pesar de que el programa Iberlince se esmera
con financiación mediante en que el
lince ibérico vuelva a ser visible en los
campos castellano-manchegos, se sigue
soltando a unos animales en unos terrenos
donde por todas las trampas, cazadores y
tretas puestas paras ellos, su esperanza de
vida es muy corta, a la vista del último
caso.
La última suelta de linces se
realizó en los Montes de Toledo, en
unos terrenos donde hay más de 3.000
lazos de caza en los kilómetros a la
redonda, algunos de ellos solo un par de
kilómetros hacia donde fueron
soltados. 3.000 lazos iguales que los que han
acabado con ‘Kairós’.