La liebre
Hace unos días saliendo del pueblo, cuando me dirigía a casa con el coche, me encontré con un par de liebres muertas en la carretera. Había muy poca distancia entre una y otra, unos pocos metros a lo sumo. Las urracas ya se habían encargado de despellejarlas.
De joven y ahora puede parecer un poco cruel decirlo, me gustaba perseguirlas con el coche. Ahora soy incapaz de hacerlo y trato de esquivarlas cuando se me cruzan en la carretera.
La carretera supone un grave peligro para todos los animales, pero especialmente para las liebres. Cruzan de manera alocada y muchas mueren atropelladas. Se ponen delante del coche aturdidas por la luz y son presa fácil.
Además de la carretera, una nueva enfermedad que hasta ahora solo afectaba a los conejos, la mixomatosis, ha acabado con muchos ejemplares. No se sabe con certeza cómo ha podido mutar el virus y transmitirse con tanta virulencia. Se sigue investigando en cómo se ha podido propagar la enfermedad a las liebres. Lo que sí que sabemos con certeza es cómo llegó la enfermedad a los conejos. Pese a que existen vacunas, la mixomatosis ha acabado con millones de ejemplares en el mundo. Esa era la intención del médico francés que decidió inocularla a los lagomorfos, después de observar el daño que provocaban en sus campos. La efectividad fue total y la mortandad rondó el 90%.
Comunidades Autónomas como Andalucía y Extremadura, donde más casos de mixomatosis se han detectado, han prohibido su caza. También la caza con galgo ha sufrido restricciones. Una decisión que comparto y que busca ayudar a una pronta recuperación de esta especie cinegética que tantas satisfacciones nos ha proporcionado a los cazadores. Culinariamente son un majar exquisito, como ocurre con toda la carne de caza, tanto de mayor como de menor. Perdiz, codorniz, torcaz, pato, venado, jabalí … forman parte de la carta de los mejores restaurantes de nuestro país, con gran tradición cinegética.
La liebre forma parte del cancionero popular y también del refranero. “Donde menos se piensa, salta la liebre”.
Fontanars dels Alforins ha sido una zona muy lebrera. Ahora bastante menos. Pero en los bancales de viña y en los barbechos todavía se ven algunas. Y eso que la liebre se mimetiza muy bien cuando permanece encamada. Aquí por fortuna no se han visto ejemplares afectados por la enfermedad, pero sí muy cerca del término, concretamente en Villena.
Los síntomas son los mismos: cabeza hinchada, ojos legañosos, extrema delgadez, inmovilidad, parálisis… Mi amigo Álvaro me mandó unas fotos de un par de liebres que encontró enfermas. Si no se controla la enfermedad, la liebre puede seguir los mismos pasos del conejo.
Por eso creo que sería bueno que de manera temporal se limitase su caza. Del mismo modo que se ha puesto un cupo para la perdiz, de una pieza por cazador y día, debería actuarse de igual manera con la liebre, cuyo número de capturas ahora mismo es libre, como ocurre también con el conejo. Somos los propios cazadores los que nos tenemos que autoregular, si de verdad queremos que haya caza en el futuro.
Pese a los ataques de los animalistas que abogan por la prohibición de la actividad cinegética, sin saber muy bien cuáles serían las consecuencias de esta prohibición, que tendría nefastas consecuencias en el ecosistema, la caza existe gracias a la labor de los cazadores y así tiene que seguir siendo.
Fuente. levante-emv.com