El 52% de las cuadrillas que el
año pasado cazaron en la Reserva del
Saja ha decidido colgar la escopeta.
Si en la anterior temporada fueron 90 los
grupos de cazadores que se inscribieron, para
la presente campaña la cifra se ha
quedado en solo 43, de las que 29 tienen la
consideración de locales (aquellas con
todos sus componentes empadronados en
municipios integrados en la Reserva), y las 14
restantes, de regionales (en las que hay
cazadores de otros puntos de la
región).
La causa de este plante hay que buscarla
en el nuevo decreto aprobado por el Gobierno
regional para regular la caza en la Reserva.
Por un lado, porque llega muy tarde, lo que
hace que la temporada, que habitualmente
comienza en septiembre y se cierra en febrero,
vaya a quedar reducida a poco más de
un mes de actividad. Por otro, y
fundamentalmente, porque establece un
sistema de reparto de las batidas que no
satisface a casi nadie.
El nuevo decreto surge como respuesta del
Ejecutivo para adaptar la caza en la Reserva a
los requerimientos del Tribunal Supremo, que
impuso un reparto de las cacerías
basado en un principio de igualdad entre todas
las cuadrillas al dar la razón a la
Asociación de Cazadores Regionales
después de un largo
contencioso.
Ahora, con el respaldo del Alto Tribunal,
las cuadrillas regionales han hecho prevalecer
sus derechos y han logrado lo que, a su juicio,
es un reparto más equitativo. Han
conseguido que el próximo sorteo que
se haga contemple que en cada una de las
cinco comarcas cinegéticas que forman
la Reserva (Campoo, Valdeiguña,
Cabuérniga, Nansa y Liébana)
se asigne el 66,5% de las cacerías a
los grupos locales. Para el resto, regionales y
extraautonómicos (nacionales, de la UE
y de otros estados), se detraerá el
33,5% de las batidas, garantizando la
máxima equidad por lotes y fechas de
caza, es decir, que no se trate de
cacerías en las peores fechas y en los
lotes más pobres para la
práctica cinegética. Con estas
batidas separadas, las cuadrillas locales
seguirán con el sorteo hasta que cada
una de ellas agote el número
máximo de cacerías que
podrá celebrar, siempre dentro de su
comarca.
El punto del conflicto
Y precisamente en este punto es donde
radica buena parte del conflicto. El hecho de
que las cuadrillas locales solo deban actuar
dentro de su comarca cinegética
supone que no todas podrán disfrutar
del mismo número de batidas, una
diferencia que puede llegar a ser de seis por
temporada. El mejor ejemplo es lo que les
ocurre a las cuadrillas de la cuenca del Besaya,
las de la comarca de Valdeiguña, que se
quedarían en tres batidas, en el mejor
de los casos, mientras que en otras comarcas,
como puede ser el caso de la lebaniega o la de
Campoo, el número asciende a unas
nueve. Con este sistema de reparto, cada
cuadrilla regional puede tener cinco o seis
batidas.
Este sorteo, impuesto desde la
Administración después de
innumerables reuniones en las que ha sido
imposible cerrar un acuerdo que resultara
satisfactorio para todas las partes implicadas,
ha caído como una losa en la mayor
parte de las cuadrillas, independientemente de
cuál sea la zona a la que estén
asignadas.
Por comarcas, la de Valdeiguña ha
sido la más contundente con su
decisión: las once cuadrillas que el
año pasado sí cazaron, este
año han decidido no hacerlo. El motivo
de esta decisión unánime es
que se consideran gravemente perjudicadas por
el nuevo decreto, con el que pasarían
de disfrutar de seis cacerías (la mitad
en su comarca y el resto en otras áreas
cinegéticas) a tener tres o menos
(todas en su zona). Desde el principio, las
cuadrillas de esta comarca, agrupadas en torno
a la sociedad Las Hoces, se han mostrado
radicalmente en contra de un sistema de
distribución de batidas que consideran
injusto y que, a su juicio, no responde al
principio de igualdad que ordena el Supremo
en la sentencia que ha dado lugar a este
revuelo en la Reserva.
Una situación similar ocurre en
Cabuérniga, en donde buena parte de
las cuadrillas también han dado por
terminada la temporada en la Reserva sin que
ésta haya comenzado. En este caso,
sin embargo, la respuesta de los diferentes
grupos no ha sido unánime y sí
ha habido algunas que han optado por
presentar la documentación e
inscribirse para cazar en lo que resta de
campaña. Eso sí, las cuadrillas
del Saja tienen claro que este decreto es
«pan para hoy y hambre para
mañana» y abogan por la
desaparición del concepto de comarca
cinegética.
En Liébana se toman este decreto
como un proceso de transición, como
un compromiso de mínimos que se han
comprometido a cumplir. Por eso la totalidad
de las cuadrillas (15) cazará en sus
montes en la presente campaña. En
Campoo, la situación es parecida. La
mayoría de los grupos ha optado por
desenfundar su armas y disfrutar de las
cacerías que el tiempo les permita. Y
es que la climatología es siempre un
factor a tener en cuenta en esta zona, en la
que, en un invierno normal, puede perderse
por nieve el 50% de las batidas. En el caso de
las cuadrillas regionales, el poco tiempo
hábil de caza que quedará una
vez hecho el sorteo ha sido el motivo principal
por el que solo 14 grupos (el año
pasado fueron 33) hayan decidido cazar.
Mención especial merece el Nansa,
en donde el problema es diferente. Las seis
cuadrillas pertenecientes a los municipios
regados por este río no cazarán
al estar en desacuerdo con la actual
composición de su comarca, en la que
se incluyen también cuadrillas de la
zona de Valdáliga.
En cualquier caso, y sea cual sea la
postura adoptada por las diferentes cuadrillas,
la Administración tiene la
intención de hacer el sorteo de las
batidas en diciembre para, inmediatamente
después, abrir una temporada, en la
que, como compensación al reducido
periodo hábil de caza, podrían
ampliarse los cupos.