Más de un millón de armas ilegales en España. Es la grave consecuencia que, según denuncian los cazadores, provocará el artículo 5a del nuevo reglamento de armas que, con carácter retroactivo, declara no aptas para la caza «todas aquellas armas semiautomáticas que, teniendo una capacidad superior a tres cartuchos, incluido el alojado en la recámara, su cargador sea extraíble o movible o, aún siendo inamovible, no se pueda garantizar que con herramientas normales pueda ser transformada a una capacidad superior».
No queda claro en el texto -explican con indignación los que se consideran afectados- qué se entiende por «herramientas normales» y cuáles se consideran como tales. «Todo un alarde de claridad y concisión normal cuando se legisla sobre lo que se desconoce», afirman.
No acaban aquí las protestas de los amantes de este deporte. Recuerdan que hace veinte años que la Ley de Caza limitó a tres el número de disparos de un arma de caza y prohibió que las semiautomáticas pudieran alojar en cargadores o depósitos más de dos cartuchos o balas. Sin embargo, se siguen fabricando escopetas con capacidad para cuatro cartuchos, más uno en la recámara, listo para disparar.
Las escopetas almacenan los cartuchos en un espacio situado debajo del cañón y, para poder amoldarse a la Ley de Caza, se introduce una varilla metálica con un tope, situado en el depósito, que limita la carga a dos cartuchos.
Las autoridades presentes en las cacerías, como pueden ser la guardería, la Guardia Civil y el Seprona, velan por el cumplimiento de la norma. «Por propia responsabilidad cumplimos la ley y es raro encontrar algún cazador que cargue el arma con más munición de la autorizada», se defienden los aficionados a la práctica cinegética.
Indignación en aumento
En el caso de los rifles semiautomáticos con cargador extraíble, la Ley de Caza también es de obligado cumplimiento y limita a dos el número de cartuchos de munición metálica que pueden alojar en sus cargadores. Actualmente se fabrican cargadores con capacidad para dos balas. Cuando podían alojar hasta cuatro, se les realizaba unas muescas laterales, a la altura conveniente, para limitar su capacidad a dos únicos proyectiles.
«Todo esto es lo que de mala manera se quiere prohibir con este nuevo reglamento, sin posibilidad de poder reformar o adaptar las armas existentes a esta nueva norma que se pretende aprobar, algo que afecta a más de un millón de escopetas y rifles, casi el 80 por ciento de las que se utilizan en la caza», se lamentan.
Por eso, crece la indignación entre cazadores, armeros y representantes del sector ante este y otros artículos del Reglamento de Armas. Desde la Asociación Armera -institución que aglutina a fabricantes, importadores y distribuidores de armas deportivas de caza y tiro en toda España- creen que no hay ningún motivo para que se lleve a efecto el nuevo texto.
Marta Gómez, directora de la asociación, cree que «de estos artículos se pueden desprender varias interpretaciones y tengo dudas de su constitucionalidad». Además, considera que «tampoco existe ningún problema de seguridad ciudadana que obligue a tomar este tipo de medidas.
Aunque en principio puede parecer que prohibir este tipo de armas puede beneficiar al sector armero al obligar a cambiarlas, nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que muchos cazadores, hartos ya de tanta presión y medidas restrictivas, terminarán colgando la escopeta y dejando la caza».
«No se entiende que con la actual crisis económica, los cazadores tengan que cambiar de arma para practicar la caza de forma legal. Y en caso de que haya que cambiarlas ¿Qué harán con todas esas armas consideradas ilegales?», se pregunta Gómez.
Lo que parece claro es que el nuevo Reglamento, incluso antes de nacer como tal, ya ha generado un intenso clima de crispación entre los cazadores.