La Oficina Nacional de la Caza (ONC) y Adecap ya lo anunciaron en noviembre desde esta misma página. Iban a poner en marcha campañas informativas y crear una plataforma, formada por agricultores, cazadores e instituciones, de apoyo a la perdiz roja silvestre. La situación es delicada.
16/12/2016 | Noticias de Guipúzcoa | I. AJURIA OSKAR HERNÁNDEZ SARABIA
La patirroja ibérica (alectoris rufa) agoniza y su regresión poblacional es evidente, de ahí que este diario se haya puesto en contacto con cazadores y expertos medioambientales para conocer su evolución.
“De mal en peor”, resume el presidente de la Federación de Caza de Navarra, Ángel Remírez. Esta comunidad era un paraíso para estas aves en otros tiempos. Hoy en día, los conteos que obliga a realizar el plan cinegético revelan un descenso importante. “Se permite cazar cinco días al año de media y, pese a que estamos en plena temporada, hay cotos que ya han agotado el cupo”.
En Álava la situación también está “bastante fastidiada”, en palabras de Florencio Markina, de la empresa Aran Servicios Medioambientales. La población vasca de perdices siempre ha sido bastante limitada ya que es un ave que siente predilección por los terrenos de cultivo de secano, seguidos por superficies en las que los restos de bosque alternan con el cereal.
Pero el paisaje agrícola ha cambiado. Las concentraciones parcelarias se han simplificado, se eliminan las zonas de matorrales y setos que no son productivas y la patirroja no encuentra su hábitat natural. “El medio le empieza a resultar hostil, hasta el punto de que ha empezado a introducirse entre los robledales y encinares del bosque en vez de seguir en las fincas de cultivo”, apunta Markina. “La perdiz no es capaz de adaptarse a la nueva orografía”, coincide Remírez.
El presidente de la Federación navarra y Miguel Ángel Romero, experto cazador y pescador, también hacen hincapié en la incidencia que la agricultura intensiva, los pesticidas y otros productos químicos tienen en la salud de esta especie. “Nadie le quiere poner solución a este problema. Por nuestra parte -prosigue Remírez-, entendemos a los agricultores y la necesidad que tienen de sobrevivir, pero lo que tampoco vamos a consentir es que se diga que la perdiz está en peligro por culpa de los cazadores cuando hay informes que demuestran que no es así y nosotros somos los más interesados en que su población cada vez sea mayor”.
Similar opinión tiene Markina. “Mientras haya especies de caza, a alguien le interesa su conservación. El descenso de algunas aves esteparias que no se cazan como los aguiluchos o las calandrias también es una realidad, pero no oigo a demasiada gente a la que le preocupe”.
MONTANDAD Romero también hace referencia a la “mortandad” derivada de los productos químicos al hablar de la plaga de topillos que se ha declarado en Castilla y León hace unos días y que está obligando a utilizar rodenticidas. “Son productos que si los come una perdiz, muere”, explica.
Otro problema que también tiene que ver con la regresión poblacional de esta especie es el de las miles de perdices criadas en granjas que son soltadas en cotos en respuesta a la demanda de los cazadores. “La granja ha triunfado, postergando al mundo rural”, lamenta Romero. En muchos casos, además, son perdices híbridas producto de apareamientos con ejemplares de otros países que son “más mansos y domesticables”, según el criterio de algunos expertos.
Para tratar de esta tendencia, el Ministerio de Medio Ambiente ha creado un grupo de trabajo sobre la perdiz roja que tiene la intención de elaborar un protocolo que evite la contaminación genética de la perdiz roja autóctona, una de las joyas de la fauna ibérica.