«No he visto ni una perdiz». Esa fue la frase más repetida por los cazadores palentinos el pasado domingo 28 de octubre, fecha en la que comenzó la temporada de caza menor.
La escasez de patirojas ha marcado el inicio de la veda, que al menos ha contado con la buena noticia de la abundancia de conejos en toda la zona centro de la provincia.
No hay perdices. Esta es la triste realidad a la que tendrán que acostumbrarse los cazadores palentinos durante esta temporada, que no podrán disfrutar tanto como les gustaría de la especie estrella de la caza menor. La escasez de lluvias en verano es una de las causas principales de la enorme merma de ejemplares que se ha sufrido en los últimos años y en especial en este último. No obstante, las previsiones iniciales eran halagüeñas, ya que el número de polladas era bueno, pero la falta de agua en los meses más calurosos del verano ha ido diezmando poco a poco a esta castigada especie.
La solución ante este problema por la que han optado varios cotos de la provincia ha sido la de posponer el inicio de la apertura de la temporada de caza de la perdiz, según explica José de Luis Cantero, presidente de la Federación de Caza de Palencia. «Si se abría y se empezaba a cazar con la normalidad de otros años, corríamos el riesgo de acabar con las pocas perdices que hay en un par de domingos, por eso algunos cotos han decidido no abrir la veda para esta especie o se han reducido el número de capturas y de días que se pueden cazar», señala José de Luis Cantero, que se congratula de la decisión adoptada por muchos de los cotos de la provincia. «Los gestores de los cotos y los cazadores en general han dado muestra de su buen sentido práctico y de su intención de preservar la especie, pese a los ‘sambenitos’ que algunos nos suelen colgar», agregó.
La ausencia de la perdiz es la tónica general de toda la provincia, pero hay lugares en los que esta especie ha aguantado mejor los rigores del verano. La comarca del Cerrato es la que mejor ha soportado la sequía, y el número de patirrojas en esta zona es mayor que en otras áreas de Palencia, gracias a que el terreno es más propicio para la reproducción y a que las piezas tienen más lugares en los que resguardarse de los ataques de los depredadores.
Lo contrario que en el Cerrato sucede en Tierra de Campos, que cuenta con muy pocos bandos de perdices, según De Luis Cantero. «Hemos perdido una buena parte de la naturaleza propia de Tierra de Campos con la concentración parcelaria, y las posibilidades de supervivencia de la perdiz en este tipo de terrenos es muy escasa», apunta, aunque no todos los cultivos son perjudiciales para la perdiz roja, y es que las plantaciones de girasoles, remolacha o maíz benefician a esta especie.
Si la ausencia de lluvias ha mermado el número de perdices, al menos este hecho ha contribuido al aumento del número de liebres y conejos, que poco a poco se van recuperando de las enfermedades que diezmaron drásticamente su número en un pasado no muy lejano. La tularemia ha dejado de ser por fin un problema extendido y las liebres han criado sin problemas, sobre todo en Tierra de Campos, donde esta especie cuenta con un ecosistema muy apropiado para su cría y crecimiento.
La noticia del aumento del número de liebres ha sido acogida con esperanza por los cazadores, sobre todo por los galgueros, que hace algunos años habían perdido la esperanza de cobrar piezas y durante esta temporada podrán disfrutar, a buen seguro, de bonitas carreras por las tierras del centro de la provincia.
El conejo es la especie cinegética que mejor ha aguantado la escasez de precipitaciones, y el número de ejemplares ha aumentado de forma exponencial en los últimos años. No obstante, se está volviendo a observar una proliferación de la hemorragia vírica, una enfermedad que fue muy dañina hace solo unas temporadas. En lo referente a las aves acuáticas, estas especies se pueden ver en un gran número en zonas muy determinadas de la provincia, sobre todo en los humedales, aunque el elevado número de especies en estos lugares no se traduce en mayores capturas, y es que la utilización de munición tradicional, la de plomo, en los humedales está prohibida. «Hay que disparar con cartuchos cargados con acero y se ha producido más de una denuncia por no utilizar esta munición en estos espacios», señaló José de Luis Cantero.