Pese a la discreción con que se está llevando a cabo la propuesta para una nueva política en materia de pesca fluvial, que traerá consigo la aprobación de una nueva Ley de pesca para Castilla y León, el borrador que ha trascendido en varios foros de Internet está levantando ampollas entre los ribereños y pescadores tradicionales que comienzan a reunirse y preparan acciones contundentes contra la Consejería de Medio Ambiente. El artículo 9º del mencionado borrador declara a la trucha común (salmo trutta) como especie de interés preferente. Las especies de interés preferente son aquellas especies autóctonas de la fauna acuática con especial valor ecológico deportivo para las que resulte aconsejable la adopción de medidas especiales de conservación y de regulación de su aprovechamiento. Con carácter general, la pesca de estas especies será sin muerte. Mas adelante en el artículo 25.4 establece que en las aguas de acceso libre la pesca de especies de interés preferente será sin muerte. Si se llegase a publicar la Ley sin modificaciones sobre este borrador, todos los tramos libres de todas las aguas trucheras quedarían reservadas para la pesca sin muerte ya que la pesca tradicional tan solo se podría practicar en determinados cotos.
La actual ley que regula la pesca en Castilla y León se promulgó el 18 de diciembre de 1992; va a cumplir por tanto 18 años. Se llama de forma pomposa Ley de protección de los ecosistemas acuáticos y de regulación de la pesca en Castilla y León. La futura norma, que ha sido bien acogida por los partidarios de la pesca sin muerte, ha generado un profundo malestar en la gran mayoría de pescadores que ven en ella el finiquito definitivo de la pesca tradicional. En una reunión preparatoria de futuras movilizaciones que pretenden llevarse a cabo antes y durante el debate de la ley, a la que ha sido invitado este comentarista, los ánimos estaban bastante exaltados, tanto contra la administración como con las asociaciones de pescadores que, en opinión de la mayoría, «no representan a nadie y tan solo son un instrumento al servicio de quién las dirige y de la propia administración. Con pocas excepciones, las sociedades sólo se preocupan de conseguir fechas para los escenarios deportivos que, a veces, se utilizan para el lucro personal. Ni informan ni defienden a los pescadores». Éste es otro de los mensajes que expresaba el malestar contra la administración absolutamente influida por los partidarios de la pesca sin muerte. «Yo respeto esa práctica, pero siendo una minoría cuentan con todas las facilidades: cotos sin muerte, tramos libres sin muerte y escenarios deportivos. Además un día a la semana, los jueves y todo el mes de septiembre y medio octubre. Puede asegurarse -” comenta este veterano-” que en septiembre y octubre se causa mucho mas daño a las truchas, que comienzan a prepararse para las frezas, que en todo el resto de la temporada por la pesca tradicional».
Otro asistente manifestaba que «cada año prohiben algo nuevo, restringen los cupos, limitan los tramos libres, limitan el cebo natural… Prohibir, prohibir, no saben hacer otra cosa culpabilizando a los pescadores de todos los males. La contaminación, el desastre de los dragados y escolleras, los vertidos, la falta de vigilancia, puesto que no se ve un guarda en toda la temporada, no siendo en algunos cotos… De eso nadie se preocupa».
«El deporte de la pesca es, y ha sido siempre una actividad deportiva y social, que practican niños y jubilados que encuentran en el río un disfrute aunque no pesquen apenas nada. Pretenden convertirlo en un deporte para ricos que compren sofisticados equipos y puedan viajar donde les apetezca. Quienes pescamos a cebo natural o a mosca a la leonesa estamos mal vistos. Pero no se puede legislar para la minorías ni acabar de un plumazo con cientos de años de tradición deportiva y social», concluye un conocido aficionado que, por el momento, prefiere no dar su nombre.