El corzo es un animal en
expansión. Entre 2004 y 2014 ha
aumentado en número, se estima que
ya hay más de 30.000, y se ha
extendido por la provincia. Los precintos
facilitados y el número de ejemplares
abatidos atestiguan el incremento.
Durante la temporada 2004-2005 se
concedieron 2.699 permisos y el año
pasado, 5.412, un 100,5% más. El
porcentaje de ejemplares abatidos, por su
parte, se ha disparado un 270,6%. En 2014, de
acuerdo con los datos de la Junta, fueron
5.230. Este crecimiento «no significa que haya
superpoblación» ni que esta sea
superior a la capacidad de carga del medio.
Tiene, sin embargo, efectos secundarios para
la agricultura y para la seguridad vial.
«A más animales, más
accidentes», explicó Florencio Markina,
presidente de la Asociación del Corzo
Español (ACE). Los daños en el
medio rural se notan, sobre todo, «en frutales
y viñedos», ya que los corzos son
«comedores de brotes». «Tienden a respetar el
cereal, no hacen destrozo como el
jabalí», afirmó. La ACE exige
«que se cumplan los cupos, sean o no trofeos».
«Hay cazadores que abaten un par de
ejemplares muy buenos, pero dejan sin matar
otros normales. También hay que
controlar al resto», razonó. Durante la
temporada 2013-2014 se abatieron 5.081
corzos en la provincia, un 38% del total. La
provincia parece haberse consolidado como la
primera de España en este
recurso.
La Federación de Caza de Castilla
y León afirma que «el 99% de los
gestores cumplen los planes técnicos».
«Si hay que quitar cuatro machos hay que
quitar esos, ni uno más ni uno menos.
Si queremos gestionar bien nuestros acotados
tiene que ser así», expuso su delegado
en Soria, José Manzano. Markina, en
este sentido, insta a los cazadores a «actuar»
para «restablecer el equilibrio en menos
tiempo», ya que si no es así
«será la naturaleza quien regule la
población» a través de
parásitos como la Cephenemyia
stimulator, conocida como la «mosca de las
narices». Este problema afecta, sobre todo, «a
los corzos del norte de España». En
Soria, según la Federación
regional de caza, apenas se habrían
dado casos recientemente.
Más cerca de los
núcleos
Los ejemplares han comenzado a
‘colonizar’ los alrededores de los
núcleos urbanos, un comportamiento
habitual «cuando la densidad es alta» y, poco a
poco, «le han ido perdiendo el miedo al ser
humano». El mes pasado, de hecho, dos
crías, probablemente desorientadas,
fueron vistas en el Parador de Soria y en la
ermita de San Saturio. También se ven
más en las inmediaciones de Los
Royales y en el barrio de San Pedro. «Hemos
comenzado a detectar corzos muy
próximos a los pueblos»,
confirmó Manzano. Él cree que
el problema está en «el abandono del
medio rural». «Ya no se hacen suertes de
leña y el pastoreo está
prácticamente desapareciendo. Hay
que recuperar todo eso para que la
situación no se vaya de las manos»,
indicó.
A la Federación le preocupan,
sobre todo, los accidentes. «Los daños
agrícolas se pagan y se arreglan, pero
en carretera hablamos de vidas humanas»,
lamentó Manzano. La
administración, destacó,
«está impulsando medidas
extraordinarias», como el abatimiento de
hembras entre el 1 de enero y la tercera
semana de febrero. «Sabe cuál es el
problema y está colaborando para
atajarlo», dijo.
Teruel y La Rioja también han
experimentado crecimientos poblacionales. En
Soria, según Markina, la mayor parte
de los ejemplares se concentran «en zonas
llanas», ya que en montaña «predomina
el ciervo». La ACE aboga por «controles
fuertes» en zonas de cultivo para frenar su
expansión.