Las actuaciones para evitar que nuevas bandadas de estorninos recalen en la capital altoaragonesa comenzaron hace más de un mes con el disparo de cohetes a gran altura -unos 50 metros- en el Parque Miguel Servet y en el pinar próximo al Hospital Provincial, señala Francisco Bergua, técnico de Medio Ambiente del Ayuntamiento oscense. Este sistema se ve complementado, explica Antonio Rivera, responsable de Ambién, empresa encargada de las actuaciones, con las grabaciones de voces de alarmas «para asustarlos e intentar que no se posen en los árboles».
Estos métodos son los propios de la primera fase de la campaña para ahuyentar a estas aves. «Es más efectivo empezar ahora, porque luego comienza el frío y vienen más estorninos», precisa el técnico municipal. Ambién dispara estos cohetes entre las 19,30 y las 20 horas «con una frecuencia diferente y distintos lugares, porque estas aves son inteligentes y aprenden los lugares». Los lanzamientos producen una sensación de «estrés y miedo» en los animales, señala Rivera. Un efecto que se acrecienta con la emisión de sonidos de grabaciones de disparos de escopetas, estorninos heridos o aves rapaces.
El lanzamiento de cohetes durará hasta marzo, mientras que su inicio viene determinado cuando se supera «un umbral de 10.000 ejemplares» de estas aves, con lo que este año se comenzó antes. La población determina la intensidad o el número de actuaciones, las cuales también se han ejecutado en los primeros días por la noche, alrededor de las once, momento en el que se realizan disparos reales para, explica Rivera, «interrumpirles el sueño», siempre, por supuesto, realizados por un cazador profesional Así, desde hace un par de semanas realizan lanzamientos semanales al atardecer.
Y en el caso de que la población crezca o ante los pájaros más rebeldes, también recurren al golpeo de los árboles. Se combinan distintas herramientas «para crearles estrés e inseguridad y se consigue que entren menos», aclara Rivera.
El censo que maneja el Ayuntamiento
Respecto al «censo» de estorninos, Francisco Bergua aclara, en un símil con el censo de habitantes, que «no son los residentes, sino los que pasan» por la ciudad, y añade que en el último censo, realizado a finales de septiembre, se contabilizaron unos 25.000 ejemplares de estas aves, que se calculan semanalmente. Sin embargo, parece que las distintas acciones han sido efectivas y en el último recuento realizado la semana pasada, la población se había reducido hasta un millar.
«Ha costado trabajo, pero se ha reducido bastante», apunta el responsable de la empresa, que en el tiempo que llevan trabajando con el Ayuntamiento no habían visto un recorte tan rápido del número de estorninos. La prueba más evidente se observa en las zonas verdes ubicadas junto al Provincial y en el Parque Botánico, donde «el efecto ha sido fulminante». No obstante, añade Rivera, «falta la inmigración fuerte», aparte de que tampoco tienen constancia de si van a otros dormideros en la periferia de la ciudad.
A esta primera fase de la campaña habitual de cada año se le suma el uso de armas de fuego con cartuchos subsónicos o lanzamientos de bengalas. Este procedimiento tiene una ventaja: «hace menos ruido para molestar lo menos posible a la ciudadanía en general», afirma Francisco Bergua.
Al respecto, declara que «desde que se usan cohetes que explotan alto, nos han avisado de que hay perros en terrazas que se alteran». «Es una situación complicada -añade-, pero no hay otros medios existentes» para ahuyentar a estos pájaros.
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