La superpoblación de cabras montesas alcanza su récord en la Sierra de Guadarrama
Medio Ambiente cifra en 6.000 los ejemplares e inicia los trámites para un nuevo plan sobre su control
En 2015, ABC se hizo eco de un ambicioso plan para reducir la entonces preocupante población de cabras montesas que arrasaba varias zonas del Parque Nacional de Guadarrama. El objetivo era dejar cerca de 1.500 ejemplares, a través de extracciones y de muertes, que lograra devolver el equilibrio a un área que empezaba a mostrar signos preocupantes para su fauna y su flora. Pasado un lustro de aquel fallido programa, frenado parcialmente en los tribunales y, pese a los intentos constantes del Gobierno madrileño –incluso vendiendo ejemplares sanos al Pirineo francés–, aquellas 4.000 cabras han seguido reproduciéndose sin cesar hasta aumentar en un 50%. En total, 6.000 cabezas con un potencial devastador para este ecosistema que goza de la máxima protección y que, según los cálculos de Medio Ambiente, están erosionando 4.000 metros cúbicos de suelo al año.
Entre las alertas que han llevado a la consejería que dirige Paloma Martín a elaborar este nuevo plan con carácter urgente, y de la mano de los expertos del Parque Nacional, está la preocupante desaparición de especies amenazadas como la mariposa Apolo (Parnasius apollo), cuya reaparición en 2012 fue toda una sorpresa para la región. La situación de este extraordinario ropalócero, muy singular por su belleza, representa a la perfección la capacidad que la sobredensidad de una especie tiene para desplazar o destruir a otras. «Las exitosas reintroducciones de Capra pyrenaica realizadas hace tres décadas están provocando importantes daños ambientales que podrían ser irreversibles si no se toman medidas con carácter urgente», señalan los técnicos regionales, que cifran en un 9% el crecimiento anual de este artiodáctilo salvaje en las montañas madrileñas.
Con una densidad global estimada de 34 ejemplares por kilómetro cuadrado, el objetivo del nuevo plan es reducir la población de cabra montés a un ritmo del 10% anual hasta encontrar un equilibrio en aquellas zonas erosionadas por su actividad. «Se trata de un plan dinámico sin metas numéricas, para el que ya se han iniciado los trámites, que vigilará de cerca el desarrollo de esta especie hasta lograr que conviva en armonía con el resto de fauna y flora protegida», describen a ABC desde Medio Ambiente. Los núcleos que más preocupan se encuentran en la parte sur del Parque Nacional (La Cuerda Larga, la Sierra de los Porrones, La Pedriza, y las sierras de La Morcuera y los Altos del Hontanar); y en los Montes Carpetanos, con grupos de cabras distribuidos desde el macizo de Peñalara hasta el puerto de Navafría.
«Han aumentado de manera exponencial, comportándose como poblaciones nuevas, colonizadoras; es decir, que ni su tasa de crecimiento ni sus densidades son naturales ni están en equilibrio con el medio», destacan sobre la amenaza que también supone para la vegetación. El sobrepastoreo de la especie ya ha generado una pérdida importante de diversidad en los pastizales de cumbre. Según explican los expertos, el ramoneo realizado por la cabra montés en muchas zonas impide la floración y la fructificación de varias especies vegetales. «Inciden incluso en la desaparición de musgos y líquenes en las superficies rocosas y pone en grave riesgo otras cuya conservación es prioritaria como el acebo, el tejo, el guillomo o el serbal del cazador», apuntan.
Control cinegético limitado
Entre los problemas que ha encontrado la Comunidad de Madrid para dar solución a la superpoblación están las limitaciones cinegéticas que pesan sobre la zona. A pesar de que la cabra montés está considerada como «especie cinegética» en la región desde 2009, existe una moratoria sobre la caza en los cotos del Parque Nacional e, incluso en los que lo rodean, que estará vigente hasta 2023. «En ese sentido, se ha mantenido con la gestión de aproximadamente 70 cabras al año», explican desde la consejería. Así las cosas, el grueso de sus esfuerzos durante estos últimos años se han centrado en la extracción de ejemplares sanos –unos 600 desde el año 2010– que han servido para repoblar otros espacios en España y en países vecinos como Francia. Se desconoce, por el momento, cómo se procederá en la eliminación de animales mediante el uso de armas por cazadores que, en el anterior plan frenado por el partido animalista Pacma en los tribunales, incluía la supervisión de agentes forestales.
«La ausencia de depredadores naturales como lobos, osos, águilas ha hecho que la especie haya seguido creciendo sin el natural factor de control poblacional», señalan. En este sentido, los expertos trabajan en la posibilidad de que sean sus predadores naturales los que controlen la especie, entre otras «alternativas al sacrificio» para la gestión. No obstante, desde Medio Ambiente consideran que el «modelo de extracción mixta», que incluye capturas en vivo y control cinegético, es el más adecuado.
En el desarrollo del nuevo plan han participado de forma activa investigadores de universidades madrileñas como la Complutense, la Politécnica y la Autónoma, que han puesto el foco en el equilibrio óptimo y los parámetros ideales teóricos fijados para la especie en el Parque Nacional. Los científicos alertan que la gran densidad actual puede desencadenar problemas sanitarios graves para las propias cabras como la sarna. En los años 80, en la Sierra de Cazorla, un brote de esta enfermedad acabó con casi el 90% de los ejemplares que existían en la zona. Otra de las preocupaciones para los municipios serranos es el peligro que suponen para la seguridad vial con cada vez más frecuentes incursiones en las carreteras que cruzan los núcleos de población cercanos.
Fuente. abc.es