Una variante de la enfermedad
hemorrágica (EHC) del conejo silvestre
hace peligrar su supervivencia en algunas
zonas de Aragón.
En el último año, la
abundancia de esta especie ha disminuido
entre un 70 y 80% en el conjunto de la
Comunidad. De esta forma, las áreas
menos adecuadas para su presencia, como
Albarracín, el Matarraña, el
Campo de Belchite o el Bajo Aragón
ven especialmente comprometida su
continuidad.
La situación es similar a la que se
vivió tras el el brote de enfermedad
hemorrágica de 1990, que condujo a
índices de mortalidad superiores al
60%. «Se sabe muy poco de esta variante, por
lo que es difícil decir si es más
grave que la anterior», señala Miguel
Delibes-Mateos, autor del estudio del Instituto
de Investigación en Recursos
Cinegéticos que identificó la
nueva enfermedad, quien destaca que «una
diferencia importante es que afecta a
individuos muy jóvenes».
Así, esta variante parece estar
reemplazando a la clásica, siendo la
principal causa de las muertes de conejos en la
actualidad.
Ante la falta de soluciones a corto plazo,
especialmente preocupados se muestran los
conservacionistas del conejo y los de aquellos
predadores para los que constituye la base de
la dieta, como el lince ibérico.
El sector cinegético mira
también atentamente la
evolución de la epidemia, dado que la
temporada de caza menor se ha visto
notablemente afectada por la merma de la
cabaña del conejo.
La variante de la Enfermedad
Hemorrágica
???La EHC afecta de forma extremadamente
contagiosa y mortal a la especie ‘Oryctolagus
cuniculus’ (conejo común o
europeo).
Se originó a partir de la
mutación de un virus no
patógeno ya existente en la especie y
en realidad es una hepatitis vírica que
afecta a todas las funciones propias del
hígado, incluída la de la
coagulación de la sangre, por lo que
produce
congestión y hemorragias en los
órganos.
El virus se transmite por vía
directa, a través del aire, por contacto
directo o bien a través de excrementos
y otras secreciones, objetos contaminados y
por artrópodos como las moscas, que
pueden actuar como transportadores del
virus.
El curso de la enfermedad es muy
rápido y los animales pueden morir en
pocas horas sin mostrar síntoma
alguno.
En su versión clásica,
actúa contra ejemplares de más
de ocho semanas de vida y apenas causa bajas
entre los individuos más
jóvenes.
Sin embargo, «la nueva cepa sí
afecta a los jóvenes e incluso a
gazapos de solo diez u once días»,
destaca Delibes-Mateos, quien lamenta que
«hasta la fecha no existe ningún
trabajo aporte soluciones efectivas».
El conejo en Aragón
Desde 1992, la Dirección General
de Conservación del Medio Natural
viene desarrollando un programa de
seguimiento de la abundancia de
mamíferos que son objeto de caza
menor, a través de los censos
periódicos realizados por Agentes de
Protección de la Naturaleza del
Gobierno de Aragón.
Así, desde que comenzase el
estudio, en un momento en que la abundancia
de conejo se encontraba en valores
mínimos históricos por la
coincidencia con la epidemia de los 90, pueden
apreciarse tendencias muy variables en cada
zona de Aragón.
«En las áreas más
favorables para la especie (con cobertura
arbustiva adecuada y clima menos riguroso) se
ha comprobado una evidente
recuperación de la especie en el
transcurso de estas dos últimas
décadas», comenta Marco Antonio
Escudero, integrante de Ebronatura.
«Este es el caso de las tierras de secano
de la Ribera Baja y de la Ribera Alta del Ebro,
de algunas localidades de Zaragoza, del Bajo
Cinca, del Campo de Cariñena, de
Tarazona, Moncayo y sur de los Monegros»,
añade.
De hecho, «hay puntos en los que se hace
necesario autorizar controles para minimizar
los daños que producen sobre la
agricultura».
Sin embargo, las zonas menos adecuadas,
donde ya estuvo a punto de desaparecer tras
el primer brote de enfermedad
hemorrágica, las poblaciones de conejo
se han mantenido en niveles muy bajos e
incluso han disminuido.
«Estas se localizan a lo largo del Sistema
Ibérico, en las áreas
más elevadas de Albarracín,
Jiloca y Comarca de Calatayud», indica
Escudero, quien también menciona
otros puntos con relieve más abrupto
como Aranda, el Matarraña, Cuencas
Mineras y las zonas con menor cobertura
arbustiva del Campo de Belchite y el Bajo
Aragón.
Así, considera que «en estas
últimas áreas es en las que
peligra la supervivencia del conejo, teniendo
en cuenta los alarmantes datos de
disminución, que quedan realmente
pocos ejemplares y que se desconoce
cómo frenar el
fenómeno».
Clave en el ecosistema
El conejo es considerado una especie
básica en los ecosistemas
mediterráneos ibéricos, ya que
numerosas especies se benefician de su
presencia.
«La disminución de las poblaciones
de conejo silvestre supone un grave problema
para el lince ibérico. Este felino es un
especialista en conejo y necesita de cierta
abundancia de su presa principal para poder
establecer sus territorios y reproducirse»,
valoran los investigadores.
Cabe destacar que el bajón del
número de conejos se corresponde con
el del número de cachorros de lince
ibérico nacidos en el campo, pasando
de 78 cachorros a 54 en un solo año,
según datos del Proyecto Life-
Lince.
Además, las madrigueras del
conejo sirven de refugio para un elevado
número de vertebrados e
invertebrados, sus excrementos alimentan a
diversos escarabajos y aportan nutrientes al
suelo.
La caza
???Esta marcada disminución del
número de ejemplares observado en
Aragón preocupa de forma especial al
sector cinegético que, tal y como indica
Marco Antonio Escudero, «ve en el conejo uno
de sus objetivos más importantes en
cuanto a caza menor».
De esta forma, “la presión
cinegética sobre la liebre o la perdiz se
ha multiplicado, haciendo que también
baje ostensiblemente su presencia en
Aragón».
Además, tal y como comenta
Escudero, “la caza del conejo mueve
mucho dinero en el Valle del Ebro, por lo que
no interesa para nada que escasee su
presencia ni mucho menos que llegase a
desaparecer».