El viento sur y los bancos de niebla se han convertido en los peores aliados de la captura de palomas con red en el collado de Iarmendi, de Etxalar. El cierre de la temporada el pasado día 20 arrojó un balance de 82 docenas, cuando en años de benevolencia meteorológica se había alcanzado el centenar.
Sea como fuere, el resultado ha satisfecho a los conservadores de una práctica cinemática con seis siglos de antigüedad «a pesar del mal tiempo». El viento sur es inadecuado para el desarrollo de su modalidad, así como la formación de bancos de niebla, cuyo tono blanco sobre el fondo oscuro de la red, alerta a las palomas en su vuelo cuando alcanzan Iarmendi, en el límite fronterizo con Sara (Francia). «Han pasado palomas pero se han ido», sostiene José Ángel Goienetxe.
En el repaso a la temporada recién concluida, el mejor día fue el 21 de octubre por las condiciones climáticas propicias. «Hubo escarcha entre los puestos y hacía frío. Si en el pueblo había 2 grados, aquí en el collado podríamos estar a 1», recuerda. Con temperaturas no agradables, la paloma trata de buscar cobijo en lugares bajos. La pericia posterior de los expertos en el lanzamiento del señuelo, en forma de paleta, hace que acabe en la red.
Sin enfrentamientos
«Un cazador nunca se da por satisfecho», como sostenía ayer con un poso de jocosidad José Ángel Goienetxe en una somera valoración del desarrollo de la campaña.
La ausencia de diferencias verbales entre palomeros y cazadores libró el collado de Iarmendi de la tensión de hace dos años, que suscitó un plante de 36 días. La normalización, con la aprobación de una ordenanza municipal y la definición de un nuevo plan de ordenación cinegática, devolvió la normalidad al paraje.
Otra de las novedades de este año ha sido el Premio de Gastronomía Palomeras de Etxalar, con once restauradores.