Además de la media veda, el periodo hábil de caza en Castilla y León se extiende desde el cuarto domingo de octubre hasta el último domingo de enero. Ya en estas fechas aumenta el número de especies cinegéticas permitidas para los cazadores.
En la media veda, y respetando los tiempos de cría de la mayoría de ejemplares, solo se pueden cazar la codorniz, la paloma torcaz y la tórtola común. La primera es la más escasa ya que desde principios de agosto empieza a emigrar a África.
A partir de octubre arranca la temporada. Las especies más características de son el conejo, la liebre, la perdiz o la becada. La manera tradicional de cazarlos es con la ayuda de perros de muestra. También es época para todo tipo de palomas, zorzales, faisanes, avefrías, cercetas y agachadizas, dependiendo de la zona. Más adelante, con la llegada del frío invernal, llega el tiempo de patos y gansos, que bajan desde Europa hasta España para combatir las temperaturas.
En lo que a caza mayor se refiere, los jabalíes son los animales más comunes, aunque también están presentes en Castilla y León gamos, corzos y ciervos. Para otras especies protegidas como el rebeco, la cabra montés, el muflón o el lobo, es necesario disponer de permisos especiales concedidos por la Administración regional, que posee la competencia en esta materia. Aunque la costumbre se está perdiendo con el transcurso de los años, todas son comestibles. Estas especies cinegéticas son comercializables en la comunidad autónoma, a excepción de la liebre por motivos sanitarios.