Andan últimamente las fuerzas vivas de la caza planeando la manera de cambiar la imagen que la sociedad tiene de esta actividad, maltrecha ya por los continuos vaivenes a los que la someten nefastos políticos y paranoicos ecolojetas. Los primeros influidos por los segundos e (por si esto fuera poco) intentando acotar la caza con el supino desconocimiento del que hacen gala a la mínima ocasión.
Los segundos, más ocupados en trinques institucionales que en entender lo que de verdad importa y en practicar, muy a su pesar (supongo) el noble arte de la cinegética con el pim, pam pum hacia la caza y su entorno y la caza sistemática del último céntimo que los primeros les dejan caer para que no den la lata, no armen ruido y que ese pacato sector de la sociedad «waltdisneysiana» que tanto abunda, a fin de cuentas son votos, no vayan a creer que los políticos están a favor de que asesinemos a Bambi y a su madre.
Mal se está poniendo el panorama de la caza. ¿Tan mal como para plantearse una campaña con la que cambiar la imagen que de ella tiene la sociedad?. Tiene ésta en su haber buenas y grandes cosas y otras no tanto. Pero no sé si de verdad es necesaria la campaña o por otro lado se pueden ir dando pasos que nos lleven no ya a una militancia activa pero sí para que dejen de vernos como al enemigo público número 1.
En Cataluña, la FCC, lleva varios años yendo a escuelas y colegios dando a conocer, explicando, qué es la caza, cómo y por qué se realiza. Los datos son elocuentes. Antes de iniciar la charla, se hace una encuesta. En esa primera prospección el ochenta por ciento de los niños encuestados están en contra de la caza, el resto a favor o no saben. Después de explicado el tema, la proporción se invierte, el ochenta por cierto están a favor o la ven como algo positivo y el resto, en contra o no saben. Está claro el camino a seguir.
Antes de emprender una campaña en medios de comunicación, intentando que el resto de la población entienda el mundo cinegético, algo sin duda muy caro y probablemente con poca repercusión, no estaría de más hacer también mucha autocrítica. En un colectivo de un millón de personas las hay de todo pelaje y condición y tal vez antes de pedir a nadie comprensión, deberíamos ser capaces de limpiar este colectivo de personajes que lo único que hacen es ensuciar a todos los que de forma honesta y ética practican la caza, que son mayoría. Ejemplos, muchos: venenos, galgos, especies protegidas tiroteadas, muertos y heridos por imprudencias, furtivos, abandono de animales cazados en el campo, caza desde el coche…
Delitos y faltas poco, muy poco castigadas por la ley, con penas y multas irrisorias para lo que debiera ser. Si somos capaces de ir por delante, de hacer propuestas valientes en cuanto a endurecimiento de la ley de caza, de que abandone esta actividad quien no se merece pertenecer a ella, seremos capaces de que nos vean de otra manera y se acepte la caza como una actividad más, como la mejor herramienta para la gestión de las especies de caza.
No puede cazar quien quiera, tiene que hacerlo quien sepa cazar y sea ejemplo con su comportamiento.
Hasta hace no muchos años, cuando estabas cazando y llegabas a una casa, casi te agradecían el agua o el café que te daban. Hoy si no te tiran piedras, milagro. No toda la culpa es siempre de los demás.