Los accidentes con animales
silvestres implicados cayeron en 2014 por
primera vez en cuatro años; un
descenso que coincide con la entrada en vigor
de la nueva Ley de Tráfico, que por
primera vez introdujo la corresponsabilidad de
conductores y cotos en el pago de los
daños.
En concreto, se ha pasado de los 1.468
atropellos o choques con corzos y
jabalíes (diez con víctimas y el
resto con daños materiales) registrados
en 2010 en las carreteras burgalesas a los
1.291(16 con heridos y el resto solo con
daños) con los que concluyó
2014, según datos oficiales facilitados
por el Gobierno al diputado socialista por Soria
Félix Lavilla y publicados en el
Boletín Oficial de las Cortes Generales
del pasado 20 de abril. A pesar de la
reducción, las cifras casi duplican las
contabilizadas hace nueve años y siguen
situando a Burgos a la cabeza de la
región.
Pocos son los conductores que no han visto
alguna vez en los últimos años
uno o varios ejemplares de corzo o de
jabalí lánzandose a la carretera,
casi siempre secundaria. Estas dos especies se
están reproduciendo con mucha
intensidad por varios motivos. Primero, por la
repercusión que ha tenido la crisis en la
caza, un deporte que conlleva un desembolso
importante para practicarlo y que no solo se ha
traducido en una disminución de
cazadores sino también de cotos. Son
muchas las adjudicaciones que quedan
desiertas por falta de interesados en hacer uso
del terreno. Y el segundo está en el
propio medio. La superficie forestal de la
provincia está aumentando al mismo
tiempo que se reduce la actividad; esto es, la
superficie se densifica y favorece el desarrollo
de especies propias de bosque, como el corzo,
o propias de zonas de matorral, como el
jabalí.
Circunstancias que obligan a los
conductores a extremar la precaución
para tener margen de reacción -y,
sobre todo, de frenada- en caso de que se
topen con uno de estos animales y,
especialmente, al amanecer o al anochecer.
Pero Burgos es ejemplo de que se cuentan por
miles las ocasiones en las que no hay
capacidad de reacción y se produce el
choque. Una situación en la que, hasta
2014, lo habitual era llamar a la Guardia Civil
para que hiciera atestado y, en caso de que el
siniestro se hubiera producido en el interior de
un coto, poder reclamar a los titulares el
importe de la reparación y/o de la
indemnización. Una conducta que los
tribunales justificaban alegando que si los
responsables del coto se lucraban y
beneficiaban de la actividad cinegética,
también debían hacerse
responsables de los daños que pudiera
provocar. Y así, los cotos solían
hacerse cargo de estos gastos, lo cual se
sumó a una situación
económica muchas veces complicada y
a revindicar cada vez con más
insistencia que el Gobierno modificara esta
responsabilidad.
Y así se hizo. La nueva Ley de
Tráfico considera que los cotos solo
serían responsables de los accidentes
que se produjeran después de una
acción cinegética; es decir, en
las 24 horas posterioes a una cacería o
batida. Del resto debe encargarse el conductor
y, por ende, su compañía
aseguradora. Una circunstancia que,
según diversos especialistas, ha tenido
consecuencias directas en las cifras de
siniestralidad.
Menos reclamaciones
Al menos, esa es la opinión de la
Asesoría Cinegética Burgalesa,
especializada en la gestión y
administración de cotos de caza.
«Hemos percibido que en este
último año se han reducido
mucho las reclamaciones y nos consta que hay
muchos conductores que han incluido esta
cuestión en su seguro», explican
fuentes de la asesoría burgalesa,
atribuyendo esta circunstancia directamente a
la nueva normativa. «Sí creemos
que antes, quizá, había un poco
de picaresca y se reclamaba por accidentes
que no se habían producido en ese
lugar», aseguran.
También los diputados socialistas
por Soria y Burgos, Félix Lavilla y
María del Mar Arnáiz,
consideran que hay «incidencia
directa» de la legislación en esta
circunstancia. Pero ellos creen que no se trata
de responsabilizar ni a cotos ni a conductores,
que se encuentran con un hecho sobrevenido
que escapa a su control. Ambos socialistas
aseguran que la responsabilidad es de la Junta.
Lavilla explica que «si la Comunidad
Autónoma protege a un animal tiene
que responsabilizarse de lo que ocurra con ese
animal. Por ejemplo, el lobo; está
protegido por la Comunidad, pero si tú
atropellas a un ejemplar, tienes que hacerte
cargo de los daños. En la Ley de
Tráfico lo único que se ha
hecho es endosar el problema a los
conductores». A lo que Arnáiz
añadió que también es la
Junta «la responsable de la actividad
cinegética y forestal», las dos
únicas vías para regular la
sobreabundancia de animales silvestres y,
también, la siniestralidad por esta
causa.
El año pasado hubo 16 heridos de
diversa gravedad en accidentes de estas
características, pero otros años
se han producido víctimas mortales. Y
el tomar medidas que redunden en una mayor
seguridad vial también es competencia
de la Administración. Sin embargo,
tampoco se puede obviar que todas las
medidas técnicas que se han tomado
en los últimos años con ese
objetivo (dispositivos sonoros o
lumínicos que disuadieran a los
animales) no han dado resultado. Alo que
Lavilla apunta que habrá que seguir
buscando la fórmula mágica.
«No sé qué medidas se
pueden tomar, pero habrá que seguir
investigando. El hombre siempre ha buscado
soluciones técnicas a los problemas que
se ha encontrado»,
afirmó.
Los diputados socialistas destacaron
también que van a hacer una pregunta
conjunta al Gobierno porque hay
«divergencias» entre las cifras
facilitadas la semana pasada y otras de
años anteriores y también
procedentes del Gobierno. De hecho,
también hay disparidad entre datos
publicados por la Delegación del
Gobierno en Castilla y León en 2012 y
las que se acaban de publicar en el
Boletín del Congreso. Una
cuestión que pudiera deberse a
actualizaciones estadísticas posteriores,
pero sobre la que los socialistas van a pedir
una explicación.En concreto, se ha
pasado de los 1.468 atropellos o choques con
corzos y jabalíes (diez con
víctimas y el resto con daños
materiales) registrados en 2010 en las
carreteras burgalesas a los 1.291(16 con
heridos y el resto solo con daños) con
los que concluyó 2014, según
datos oficiales facilitados por el Gobierno al
diputado socialista por Soria Félix
Lavilla y publicados en el Boletín
Oficial de las Cortes Generales del pasado 20
de abril. A pesar de la reducción, las
cifras casi duplican las contabilizadas hace
nueve años y siguen situando a Burgos
a la cabeza de la región.
Pocos son los conductores que no han visto
alguna vez en los últimos años
uno o varios ejemplares de corzo o de
jabalí lánzandose a la carretera,
casi siempre secundaria. Estas dos especies se
están reproduciendo con mucha
intensidad por varios motivos. Primero, por la
repercusión que ha tenido la crisis en la
caza, un deporte que conlleva un desembolso
importante para practicarlo y que no solo se ha
traducido en una disminución de
cazadores sino también de cotos. Son
muchas las adjudicaciones que quedan
desiertas por falta de interesados en hacer uso
del terreno. Y el segundo está en el
propio medio. La superficie forestal de la
provincia está aumentando al mismo
tiempo que se reduce la actividad; esto es, la
superficie se densifica y favorece el desarrollo
de especies propias de bosque, como el corzo,
o propias de zonas de matorral, como el
jabalí.
Circunstancias que obligan a los
conductores a extremar la precaución
para tener margen de reacción -y,
sobre todo, de frenada- en caso de que se
topen con uno de estos animales y,
especialmente, al amanecer o al anochecer.
Pero Burgos es ejemplo de que se cuentan por
miles las ocasiones en las que no hay
capacidad de reacción y se produce el
choque. Una situación en la que, hasta
2014, lo habitual era llamar a la Guardia Civil
para que hiciera atestado y, en caso de que el
siniestro se hubiera producido en el interior de
un coto, poder reclamar a los titulares el
importe de la reparación y/o de la
indemnización. Una conducta que los
tribunales justificaban alegando que si los
responsables del coto se lucraban y
beneficiaban de la actividad cinegética,
también debían hacerse
responsables de los daños que pudiera
provocar. Y así, los cotos solían
hacerse cargo de estos gastos, lo cual se
sumó a una situación
económica muchas veces complicada y
a revindicar cada vez con más
insistencia que el Gobierno modificara esta
responsabilidad.
Y así se hizo. La nueva Ley de
Tráfico considera que los cotos solo
serían responsables de los accidentes
que se produjeran después de una
acción cinegética; es decir, en
las 24 horas posterioes a una cacería o
batida. Del resto debe encargarse el conductor
y, por ende, su compañía
aseguradora. Una circunstancia que,
según diversos especialistas, ha tenido
consecuencias directas en las cifras de
siniestralidad.
Menos reclamaciones
Al menos, esa es la opinión de la
Asesoría Cinegética Burgalesa,
especializada en la gestión y
administración de cotos de caza.
«Hemos percibido que en este
último año se han reducido
mucho las reclamaciones y nos consta que hay
muchos conductores que han incluido esta
cuestión en su seguro», explican
fuentes de la asesoría burgalesa,
atribuyendo esta circunstancia directamente a
la nueva normativa. «Sí creemos
que antes, quizá, había un poco
de picaresca y se reclamaba por accidentes
que no se habían producido en ese
lugar», aseguran.
También los diputados socialistas
por Soria y Burgos, Félix Lavilla y
María del Mar Arnáiz,
consideran que hay «incidencia
directa» de la legislación en esta
circunstancia. Pero ellos creen que no se trata
de responsabilizar ni a cotos ni a conductores,
que se encuentran con un hecho sobrevenido
que escapa a su control. Ambos socialistas
aseguran que la responsabilidad es de la Junta.
Lavilla explica que «si la Comunidad
Autónoma protege a un animal tiene
que responsabilizarse de lo que ocurra con ese
animal. Por ejemplo, el lobo; está
protegido por la Comunidad, pero si tú
atropellas a un ejemplar, tienes que hacerte
cargo de los daños. En la Ley de
Tráfico lo único que se ha
hecho es endosar el problema a los
conductores». A lo que Arnáiz
añadió que también es la
Junta «la responsable de la actividad
cinegética y forestal», las dos
únicas vías para regular la
sobreabundancia de animales silvestres y,
también, la siniestralidad por esta
causa.
El año pasado hubo 16 heridos de
diversa gravedad en accidentes de estas
características, pero otros años
se han producido víctimas mortales. Y
el tomar medidas que redunden en una mayor
seguridad vial también es competencia
de la Administración. Sin embargo,
tampoco se puede obviar que todas las
medidas técnicas que se han tomado
en los últimos años con ese
objetivo (dispositivos sonoros o
lumínicos que disuadieran a los
animales) no han dado resultado. Alo que
Lavilla apunta que habrá que seguir
buscando la fórmula mágica.
«No sé qué medidas se
pueden tomar, pero habrá que seguir
investigando. El hombre siempre ha buscado
soluciones técnicas a los problemas que
se ha encontrado»,
afirmó.
Los diputados socialistas destacaron
también que van a hacer una pregunta
conjunta al Gobierno porque hay
«divergencias» entre las cifras
facilitadas la semana pasada y otras de
años anteriores y también
procedentes del Gobierno. De hecho,
también hay disparidad entre datos
publicados por la Delegación del
Gobierno en Castilla y León en 2012 y
las que se acaban de publicar en el
Boletín del Congreso. Una
cuestión que pudiera deberse a
actualizaciones estadísticas posteriores,
pero sobre la que los socialistas van a pedir
una explicación.