En DV leí hace poco que «parte de la población se siente amenazada por la caza». A la persona que dijo eso, le daría dos consejos: 1. Que denuncie al juzgado el nombre del cazador o cazadora que le hace sentirse amenazado. 2. Alternativamente, que vaya al psiquiatra para que le quite sus miedos. Yo, como cazador, y orgulloso de serlo, no tolero estas expresiones, más parecidas a la calumnia a todo un colectivo que una opinión, inasumible en ambos casos, y digna del más rotundo desprecio. En este país, los que amenazan, extorsionan y chantajean son los de la 9 m/m parabellum y no los cazadores de escopeta. ¿Se les ha olvidado lo que ocurrió el día 3 de diciembre de hace dos años en Loyola con el señor Uria? No sé si ustedes, señores ecologistas, tan preocupados por los animales, estarán hoy allí. Yo sí estaré, pero más preocupado por las personas, y por este país. En cuanto al resto del artículo, rabiosamente anticaza, no me es posible contestarles debidamente en las 15 líneas que me concede DV.