Los ganaderos de la provincia de
Castellón temen que el virulento brote
de sarna que se ha detectado en las cabras
salvajes del macizo de Els Ports, a caballo
entre la provincia de Castellón y
Tarragona, se contagie a sus rebaños.
Como comenta Vicent Goterris, secretario
técnico de la Unió de Llauradors
i Ramaders, cabras salvajes y ovejas
comparten pastos, lo que abre la vía al
contagio. “La sarna es un problema que
nos preocupa, porque se puede transmitir, lo
que incrementaría los costes de tener
que tratar a los animales”, manifiesta
Goterris.
Según explica, este riesgo de
expansión de la afección
aumementa cuando hay superpoblación
de ganado salvaje. Y a su juicio, en estos
momentos, tal sobreabundancia existe.
“La cabra montesa no tiene depredador
natural”, señala. “Por
nuestra experiencia comprobamos que hay
más cabras, porque se comen los
sembrados, acceden al casco urbano de
municipios, entran en pequeños huertos
destinados al autoconsumo por la
sequía y por el difícil acceso a
la comida. Hemos llegado a detectar de 20 a
30 ejemplares dentro de una misma
finca”, señala Goterris.
Por ello, solicita que se incremente la
presión cinegética para ir
rebajando la cifra de cabras salvajes. Reclama
que la Conselleria de Medio Ambiente otorgue
más permisos para efectuar batidas en
caso de detectarse un brote.
Una petición a la que se han
sumado los cazadores. Como publicó
ayer Mediterráneo, la
federación provincial de caza se ha
ofrecido a la Conselleria de Medio Ambiente
para colaborar en caso de que sea necesario
hacerlas, y recuerda el daño
medioambiental y económico que
podría generar si un brote de estas
características, que actualmente solo
afecta a Tarragona, se extiende a la provincia
de Castellón.
Goterris asegura que este problema con
las plagas no es desconocido para el sector,
pues ya los han tenido antes y siempre han
provocado un alza de los costes derivados de
los tratamientos. No obstante, esta variante de
sarna que afecta ahora a Tarragona es la
más virulenta y es la primera vez que
se sufre en la zona. Ya en 1987
provocó la erradicación del 97%
de la población de cabra montesa en
las sierras de Cazorla, Segura y las Villas
(Andalucía).