La subida al puerto de Dima era ayer un paseo privilegiado: el exuberante arbolado resplandecía bajo un cielo intensamente azul y luminoso, y los caseríos destacaban en este ambiente veraniego, salpicándose por los retazos de la caprichosa orografía arratiana.
Los miles de cazadores y pescadores que acudieron a su cita anual en el alto vizcaino pudieron disfrutar a sus anchas de ese día espléndido, pues no siempre han tenido tanta suerte con la climatología, según apuntaba Javier Atxa, organizador del evento y responsable de las páginas de caza de DEIA.
El presidente de la Asociación de Cazadores y Pescadores Vascos, Juan Antonio Sarasketa, también mostraba su satisfacción. En esta «fiesta importantísima», con «una participación descomunal -500 metros llenos de gente-«, el veterano cazador vizcaino se congratulaba de la «dignidad y credibilidad» de los aficionados a la caza, «una garantía de futuro para poder avanzar», así como de la creación de Adecap Gazteak, «savia nueva que es referente en todo el Estado y que puede darle un vuelco a todo esto», pues, «sin ser indignados», este grupo de jóvenes estaría «convirtiéndose en un referente en Facebook y en internet», valoraba a este diario Sarasketa, al término de su discurso.
Rodeado de compañeros de madrugones y amigos, Juan Antonio disfrutaba de un receso, a la sombra, rematando un purito y saboreando, también, cómo este multitudinario encuentro anual en las campas de Zumeltza muestra que «el cazador es fiel, un ejemplo de andar por el campo y por la vida, obviando tentaciones políticas». En este sentido, por ejemplo los cazadores están contentos por haber «conseguido que se anule el proyecto de reforma del reglamento de armas, que hacía impracticable todo el ejercicio de la caza. Hasta Pérez Rubalcaba ha salido a los medios a comentarlo», señaló Sarasketa, en torno a un tema que obtuvo miles de firmas de adhesión en todo el Estado.
Otro asunto que les preocupaba era «dar solución» a la responsabilidad de los titulares de los cotos ante los accidentes de animales en las carreteras, ya que al año se producen 25.000 siniestros en el Estado y la señalización resultaba precisa para reducir dicha cifra. El diputado Emilio Olabarria se hallaría, según explicó el presidente de Adecap, dispuesto a agilizar esta nueva orden, la cual va a presentar, a instancias de los cazadores vascos, al Ministerio de Medio Ambiente en Madrid.
Sarasketa subrayó, además, cómo han conseguido reducir las distancias de seguridad, «tras tres intentos», hasta 100 metros, con la participación del PNV y del PP, en la nueva Ley de Caza. La sinuosa orografía vasca requería de estas modificaciones, entienden los cazadores.
Un ejemplo de todos estos avances, estima el líder de los batidores vascos, serían los «sorprendentes índices de audiencia del programa Desveda, en Onda Vasca».
CONSERVACIONISTAS Mientras cazadores y pescadores celebraban ayer el buen devenir de la pasión que inunda su vida, los movimientos animalistas siguen vertiendo críticas contra su actividad. «Abanderamos una caza racional dentro de un plan de ordenación», defendió Sarasketa, ante «los sentimientos del ecologismo. El equilibrio ecológico ya ha sido roto por el hombre, y si nosotros no abatiéramos jabalíes, habría miles de accidentes más en las carreteras, por superpoblación». Adecap abogaría, insistió, «por el conservacionismo».
El difunto y magnífico escritor Miguel Delibes era íntimo amigo de Juan Antonio Sarasketa, con quien compartía criterios, afición y apoyos recíprocos. Así como esta visión de la Naturaleza herida.
Sin duda, los aficionados a la caza y la pesca conforman un grupo humano consistente: «Somos de todo pelaje y madres políticas, pero la caza nos une. Respiramos los mismos aires de libertad», teorizó para DEIA Sarasketa. Efectivamente, la asistencia a la XIX Fiesta del Cazador y el Pescador tuvo muy diversas procedencias, de diferentes comunidades autónomas y edades. Así lo constató, un año más, Ramón Tijero, gerente de la sólida Borchers, la cual siempre acude a Dima «como apoyo a la causa, pues no vendemos aquí, pero la gente puede tocar las armas como no tendrían oportunidad en una armería». ¿Y la crisis económica se nota también en un sector tan multitudinario? «Afecta a todos los sectores, y la caza y la pesca no son ajenos», admitía Tejero, si bien mostró cómo la cita en Zumeltza fue escogida por la firma Remington para la presentación mundial de la escopeta Versamax. «El 90% de los que vienen son cazadores o pescadores, hay muy pocos curiosos. Y, aun así, algunos de esos curiosos tras su paso por esta feria se han hecho cazadores», relataba.
Tijero verificó que el nacimiento de Adecap Gazteak sería, junto con la numerosa afluencia de público, la buena noticia de esta edición de la Fiesta de la Caza. «Cada vez viene más gente joven. Hay que agradecerle a Juan Antonio Sarasketa cómo está promocionando la caza en el País Vasco, y está consiguiendo el relevo generacional».
Tras los discursos de Sarasketa y Txelis Fernández, hubo la tradicional suelta de palomas, esta vez por parte de las nietas del presidente de Adecap. Estas aves habían sido traídas por uno de los más veteranos cazadores vascos, José Pérez de Lazkano, quien ha superado cuatro by-pass y una rotura de pierna, y puede contar cientos de anécdotas de sus horas por los campos cazando. El compañerismo sería un valor en esta afición, según este decano que falseó la edad para obtener la licencia de caza, con 14 años…
Las pruebas en el bello entorno arratiano pasaron por una salerosa carrera de galgos -que, con la tierra seca, pudieron coger buena velocidad-, una exhibición de tiro al plato -tras seis años prohibida-, otra de perros de muestra, un simulacro de salvamento con un helicóptero de la Ertzaintza, herri kirolak -con la presencia del aizkolari Ernesto Ezpeleta Bihurri- y una muestra de cetrería en la que, en esta ocasión, un halcón se escapó por la tarde. La carpa para comer se quedó corta y los puestos de productos del agro vasco fueron numerosos. La revista Desveda, la novela Cartucho, la recogida de firmas a favor de la contrapasa, portaperros, catalejos y escopetas se desplegaban en un paisaje de shorts, viseras y sonrisas.