La preocupación y cuidado del medioambiente debería ser una de nuestras prioridades, especialmente para todos aquellos que nos consideramos amantes de la montaña, y la naturaleza.
Puede que en nuestro día a día los humanos no notemos un gran impacto del cambio climático, motivo por el cual todavía hay mucha despreocupación y mucho trabajo por hacer. Sin embargo, el mundo animal ya hace muchos años que lo está notando.
En ocasiones se traduce en cambios de hábitos, otras en la desaparición de especies y, en el caso que nos trae hoy aquí, por la aparición de nuevas especies como el oso Grolar -o Pizzly-, un híbrido entre oso polar y osos grizzly. Y no es un caso aislado por lo que informa Live Science.
El nacimiento del oso grolar
Conforme el hielo del Ártico se hace cada vez más delgado por el calentamiento global, los osos polares se han visto obligados a trasladarse cada vez más al sur en busca de alimento.
A su vez, los osos grizzly (una de las subespecies de oso pardo más grandes del mundo) se expanden hacia el norte llegando a coincidir con los polares.
De ahí que ambas especies hayan llegado a aparearse dando lugar a esta nueva especie de oso que, por el momento, se conoce como grolar o pizzly.
La llegada de esta nueva especia podría verse, en cierto modo, como algo positivo. Pero tras su nacimiento se esconde una realidad muy triste:
Según el Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo (NSIDC), el hielo marino del Ártico, terreno de caza de los osos polares, disminuyó en aproximadamente 870,000 kilómetros cuadrados este año.
Esa drástica reducción ha provocado un obligado cambio de dieta para los polares, que también pueden alimentarse de huevos de aves marinas y caribúes cuando están en tierra. Sin embargo, no les aportan las calorías necesarias ni para compensar el esfuerzo por buscar la comida, por lo que, como decíamos, para subsistir han tenido que adaptarse viajando hacia el sur.
Una especie llamada a quedarse
Aunque tradicionalmente las especies híbridas tiene menor capacidad de adaptación que los “padres”, en este caso creen que podría ser diferente, por un lado porque ambas especies divergieron hace “poco tiempo”, entre 500.000 y 600.000 años.
Además, según declaraciones recogidas en Live Science de Larisa DeSantis, paleontóloga y profesora asociada de ciencias biológicas en Vanderbilt, “existe la posibilidad de que estos híbridos puedan buscar una gama más amplia de fuentes de alimentos”.
Los osos polares tienen un cráneo muy alargado que los convierte en expertos cazando focas en el mar. En contra, sus pequeños molares les limitan la dieta.
El oso grizzly, en cambio, sí pude comer todo lo que quiera gracias a sus dientes. Aunque todavía están estudiando y se sabe muy poco de ellos, la paleontóloga cree que el cráneo intermedio de los grolar podría darle “una ventaja biomecánica”.
El nacimiento del grolar, ¿el fin del oso polar?
El primer avistamiento de un grolar se dio, y confirmó con pruebas de ADN, en 2006 y han ido en aumento desde entonces.
Un fenómeno que, tristemente, coincide con el cada vez menor número de osos polares. De hecho, se prevé que en los próximos 30 años su población (ya muy mermada) se reduzca en más de un 30%.
Pero ese declive no es promovido únicamente por la falta de alimento, sino también por la convergencia con los osos grizzly, superiores en número sobre todo por tener una dieta más amplia y, por lo tanto, mayor fuente de alimentos.
Esto podría provocar un hábitat ideal para que los híbridos se muevan y proliferen, tomando el control y reemplazando a los osos polares.
Ahora bien, por mucho que duela, este cambio podría ser incluso necesario tal y como explica DeSantis: “Los depredadores ápice ayudan a estabilizar los ecosistemas y, mirando hacia adelante, espero que el Ártico todavía tenga un oso polar. Pero, dicho todo esto, ¿podría el pizzly permitir que los osos sigan existiendo en las regiones intermedias del Ártico? Posiblemente, sí. Por eso tenemos que seguir estudiándolos”.
Fuente. solonieve.es