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Perdices en mano

A estas alturas de la temporada de caza, ya sabemos lo mal que están las poblaciones de perdices. Han criado mejor en el norte de España que en el centro y el sur, por lo que en todas aquellas zonas habituales de gran densidad apenas quedan unas pocas para mantener una población que asegure la pervivencia de la especie.

Ya sabemos que no es uno solo el problema que afecta a la perdiz; si además no cría bien, los cazadores se enfrentan al dilema de elegir entre la pasión por su caza o acortar de forma drástica la temporada , dejando de salir al campo o, en el peor de los casos, soltando perdices de granja, lo que agrava aún más el problema.

Por ello, es un auténtico lujo encontrar a cazadores que contra viento y marea gestionan sus cotos de forma natural, llevándose del campo lo que éste les ofrece, sin artificios ni soluciones rápidas; sacrificando días de caza por mantener una buena población de perdices y sin imaginarse siquiera que en algún momento de debilidad puedan caer en la tentación de soltar esas aves criadas en granja que «dicen» que son perdices.

En Burgos
 
Esto es lo que nos hemos encontrado en un coto de la provincia de Burgos, a donde fuimos a compartir con un grupo de cazadores, una jornada de caza en mano. Llevan el coto Daniel Peña y su familia, apasionados de la caza de la perdiz, buenos gestores muy preocupados por la situación que vive esta especie en todo el territorio de Castilla y León. Su padre, Lesmes Peña, que fue durante siete años presidente de la Real Federación Española de Caza, recuerda con cierta nostalgia la abundancia de perdices de otros años. Y es que, al menos en cuanto a la caza menor, cualquier tiempo pasado sí fue mejor.
Decía el maestro Miguel Delibes que el que caza las perdices en mano, sin estrategia, es un necio. Y en eso consiste la caza en mano, en una ahormada forma de enfrentarse al ave en su territorio, en el que no caben errores si queremos tener la seguridad de conseguir algún resultado, más claro aún cuando vamos en busca de auténticas perdices castellanas, bravas, fuertes, que tienen clara su estrategia para burlar a los cazadores.

Como mandan las normas
 
Tres manos dimos esa mañana en el coto, en forma de uve, como mandan las normas; los extremos adelantados y la parte central, un poco retrasada. Las perdices, como siempre, buscando el menor resquicio entre la mano para hallar terreno más tranquilo, aunque alguna se dejaba coger los puntos por los cazadores.
 
Tres manos que nos proporcionaron veintiséis perdices y una becada para once cazadores, lo que no está nada mal en los tiempos que corren. Otras muchas se vieron cómo nos burlaban. En palabras de Daniel Peña, «todo el año cuidando un coto para dos días de caza no es mucho abusar del campo». Cierto es.

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Redacción periódico digital Desveda #caza #pesca #tirodeportivo #rural #naturaleza

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