Las buenas sensaciones recogidas en la apertura de la temporada de caza menor se van reduciendo a medida que se conocen nuevos resultados en los acotados que abrieron una semana mas tarde. Tras las primeras jornadas en las que el sol y la ausencia de viento acompañaron a los cazadores, parece que el invierno se ha adelantado.
La lluvia y el frío son la nota dominante y, si bien el agua caída no encharca todavía los campos ni dificulta el tránsito por los mismos, si resulta molesta, especialmente en el monte. Pese a todo los aficionados salen masivamente a cazar en estas primeras jornadas en las que, se supone, los bandos de perdiz ya han sufrido merma considerable por la acción de las escopetas. La piñas de seis y hasta siete perdices que se vieron en la apertura en los cotos que no tienen cupo, se han reducido a una o dos «patirrojas» en el mejor de los casos, pues en algunos acotados la media es sensiblemente inferior.
No se podría afirmar categóricamente que nos encontramos ante un gran año de perdiz, pero si bastante mejor que el pasado sencillamente desastroso. En los coos mas emblemáticos de Tierra de Campos, como Pajares de los Oteros, los escasos bandos tienen la mitad de efectivos que un año bueno y gran parte de los pájaros abatidos son viejos, lo que permite diagnosticar que han criado mal. El cierto que en algunos acotados como Valderas se ha cazado bien en estas primeras semanas. «En la apertura se matarían unas doscientas perdices, -afirma el Presidente del Coto- aunque hace pocos años no bajábamos del doble. En todo caso y comparando estos resultados con el pasado año, estamos contentos». Donde también se ha cazado relativamente bien es en los acotados de la margen derecha del Esla. Tanto la perdiz como el conejo de monte se han mostrado generosos d esde Algadefe a Villaquejida o Toral . Pero a partir de noviembre en la mayoría de acotados las cuadrillas no llegan a repartir una pieza por escopeta, y eso en los lugares perdiceros. El deseo de conservar las perdices ha llevado a restringir los días de caza a los domingos en bastantes acotados e incluso a salir cada quince días.
Preocupación por la liebre. La liebre es otra historia. En bastantes acotados permanece vedada por ver si se consigue recuperar, pero la situación es decepcionante: «No es que no hayamos cazado ninguna -“comenta un veterano- es que ni las hemos visto. Por no haber no hay ni camas ni rastro alguno. Es mas que preocupante». La realidad es que en los acotados de la capital para abajo, donde antaño se empleó veneno para los topillos no han repoblado, apenas tienen liebres. Siempre es aventurado relacionar el envenenamiento de los campos con la ausencia de liebres, está muy claro que puede haber otros factores como la tularemia o el furtivismo, pero en otras zonas, donde no se actuó contra los topillos, aunque no en exceso, si que hay «rabonas». Así por ejemplo en la zona de Tierras de León o en la media montaña, estaríamos ante un año normal. En muchos pueblos de la provincia de León existe todavía una notable afición por la caza de la liebre con galgo. En este tipo de caza es imprescindible que la acción de cazar se realice en campos abiertos, sin maleza ni obstáculos que impidan una carrera limpia para los perros. Pues bien, es precisamente en estas zonas de secano, con barbechos y rastrojeras, donde menos liebres se ven. Ni que decir tiene que los «galgueros», que el pasado año renunciaron a cazar porque había my pocas «rabonas» están muy decepcionados. Tampoco la liebre es un animal que se reproduzca tan rápido como el conejo.