Unos investigadores del equipo de Biología de la Conservación de la UB han planteado como vía para mejorar la gestión forestal tras un incendio, la retirada de los ramajes quemados, que ayudaría a fomentar de forma sostenible la caza de especies como el conejo o la perdiz.
Los biólogos Joan Real y Àlex Rollan apuntan en un estudio que el abandono de las actividades agrícolas y ganaderas de explotación tradicional de los bosques ha propiciado la actual dinámica de los incendios forestales, un fenómeno natural en el ecosistema mediterráneos, que ha ido a más en las últimos década con una gran repercusión económica y social y en la biodiversidad.
Actualmente, el valor de la madera de los bosques mediterráneos, propios de Cataluña, es escaso, por lo que la mayoría no se explotan, lo que facilita que se generen incendios. Por esto, los investigadores remarcan -en un artículo publicado en la revista European Journal of Wildlife Research- la necesidad de buscar nuevas fórmulas de valorización económica.
Real y Rollan, que han llevado a cabo un proyecto específico sobre la evolución de una especie clave como es el conejo de monte en un área incendiada de bosque, apuntan que una opción podría ser la actividad cinegética, si se lleva a cabo de manera sostenible y con una gestión adecuada.
En este sentido, consideran que la caza del conejo y la perdiz, serían, por ejemplo, una buena alternativa, dado que se trata de especies cada vez más escasas muy codiciadas por los cazadores, que pueden llegar a pagar importantes sumas por ejercer esta actividad.
Estas dos especies son básicas para el funcionamiento de los ecosistemas mediterráneos, ya que sirven de sustento a predadores amenazados, como el lince ibérico, el águila imperial o el águila perdicera, por lo que ayudaría además a la biodiversidad.
Frente a quienes apuntan que dejar el ramaje quemado en el suelo tras un incendio sirve para el mantenimiento de la productividad forestal posterior, los autores consideran que este sistema tiene un elevado riesgo de incendio en el futuro, y no está comprobado que ayude a mejorar las poblaciones de conejo de monte y de perdiz.
En su trabajo sobre una zona del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt Obac afectada por un incendio que quemó 4.600 hectáreas en 2003, los expertos de la UB, que analizaron 41 parcelas diferentes, comprobaron que en las áreas en las que se había retirado el ramaje tras el incendio, la población de conejo aumentó más rápidamente que en donde se había dejado en el suelo, y que en aquellos puntos con más pastos la población de estas especies era más abundante.
Los incendios producen inicialmente una apertura del paisaje e inicialmente favorece la presencia de hierbas y pastos de alta riqueza alimentaria para el conejo, de modo que esta especie se puede reproducir de forma adecuada.
Si el ramaje quemado se abandona allí, además de impedir el movimiento y el tránsito del conejo, dificulta la presencia de plantas de alto valor nutritivo para él. «Por lo tanto, este tratamiento postincendio no es nada favorable para el conejo de monte», asegura Joan Real.
La investigación ha tenido el apoyo del Área de Espacios Naturales de la Diputación de Barcelona y del Círculo de Amigos de los Parques Naturales, entre otras entidades.