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Poca caza en el ecuador de los palomeros

La crisis que todo lo impregna parece haber llegado también a las tradiciones. Y es que los palomeros de Etxalar están viendo cómo las palomas se resisten cada vez más a su peculiar método de caza con red.

Hasta ayer, y desde que se abriese la temporada, únicamente han podido atrapar 15 docenas de palomas. En este ecuador de temporada, se antoja utópico incluso alcanzar el dato de las 90 docenas que se obtuvieron el año pasado. Una cifra muy pobre comparada con la de décadas atrás.
 
Hace 50 años, según Laura Elizagoien, responsable de las visitas guiadas en las palomeras de Etxalar, se cazaban cerca de 1.500 docenas de palomas. «Algunos dicen que es porque ahora las palomas cruzan de noche, otros porque los palomeros no son tan buenos como los de antes», ironizó.
 
Elizagoien fue ayer la encargada de guiar a los visitantes que se acercaron al collado de Lizaieta en el marco del ya tradicional Día de las Palomeras. Avisó desde un principio a los allí presentes de las escasas posibilidades de ver en directo la tradicional caza de la paloma con red, debido a la ausencia de palomas en la jornada de ayer.
 
Fueron muchos los visitantes que se acercaron para conocer más acerca de este método de caza propio del lugar que se remonta al siglo XIV. «Hemos venido desde Sarriguren para conocer más profundamente esta tradición», señalaron Estíbaliz Pascal y Raúl León, cazador por afición.
 
SUS ORÍGENES

Miles de palomas, en su migración hacia el sur, atraviesan tierras navarras en los primeros compases del otoño. La temporada de caza arranca el 1 de octubre para finalizar el 20 de noviembre. Durante este tiempo, Jaime Gaztelu es el encargado de contratar a los 12 palomeros que cazarán en el collado de Etxalar. Gaztelu, arquitecto de profesión, es el propietario de las palomeras por tradición familiar, pues, según dijo, han sido sus antepasados los que, a lo largo de más de 600 años de historia, han mantenido el lugar.
 
El primer escrito sobre las palomeras de Etxalar se remonta a 1378, y en él confluyen textos en castellano y en vasco antiguo. Cuentan las historias que esta práctica comenzó por casualidad en el alto de Lizaieta, donde se hallaba un pastor que solía ocupar su tiempo tirando piedras a las palomas. Un día, observó que, al lanzarlas hacia la bandada, las aves descendían. Un obispo le animó a poner redes para cazarlas y, desde entonces, se mantiene la tradición de las palomeras.
 
PALOMERO DESDE LOS 15 AÑOS

José Mari Pikabea tiene 51 años y es palomero desde los 15. A esa edad comenzó ya a recoger las tradicionales paletas blancas que se lanzan para despistar a las palomas y conducirlas hacia la red. «Hay que llevar la vocación de palomero por dentro», aseguró Pikabea. Él es ganadero de profesión, por lo que en esta época otoñal su labor se encuentra más tranquila.
 
Puede compaginar ambas labores sin problemas. No corren la misma suerte algunos de sus once compañeros, pues más de uno debe trabajar de noche para poder ir durante el día a tratar de capturar palomas en el collado de Lizaieta. Otros se ven obligados a turnarse para poder cubrir un mismo puesto.

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