La actual campaña de media veda tras la codorniz sigue ofreciendo sorpresas positivas en numerosos terrenos acotados, con avistamiento y capturas impensables en temporadas anteriores, especialmente en las zonas denominadas de «cosecha tardía» donde aún quedan fincas con hileras de paja e incluso contadas piezas de cereal sin segar. Hablamos de algunas zonas de Araba, aunque más especialmente de Burgos y de Palencia, estas dos últimas tradicionalmente codorniceras por excelencia.
En nuestras zonas de la costa, las tórtolas aún no se han dejado ver en los pasados días, aunque desde estos días comenzamos las fechas óptimas para su llegada y a nada que las condiciones climatológicas acompañen, el panorama puede ser bien distinto. En Gipuzkoa parecen haber asomado algunos ejemplares, pero en Bizkaia seguimos esperando a verlas venir, aunque cada año su presencia sea más testimonial.
Cada uno cuenta la campaña de codorniz según le va, obviamente, por lo que resulta complicado ofrecer un panorama único de cómo va la presente temporada, aunque la perspectiva sí es bastante mejor que la de los últimos años a estas alturas. Conviene desconfiar de los números de capturas en exceso abultados que siempre proceden de las mismas fuentes, a las que se les olvida a menudo que cazar no es necesariamente matar, y mucho menos matar más piezas que los demás. Algunos confunden la caza con el tiro, primando la cantidad sobre la calidad, algo que redunda negativamente sobre todo el colectivo, aunque sean los menos.
Tras la esperanzadora apertura conjunta del domingo 15, la primera semana siguió por los cauces más o menos esperados, destacando la apertura conjunta de las zonas de cosecha temprana como de la tardía. En los lugares que se ha cuidado y ha habido condiciones idóneas, ha habido codornices. Donde se abandona la tabla de mínimos o abundan las escopetas y perros, la situación ha sido bien distinta. Aunque la presencia de hileras de paja en zonas de querencia facilitó mucho la labor en los primeros días.
En cuanto al pasado fin de semana y al pasado martes, hábil de caza en Castilla y León, las máquinas empacadoras e incluso algunas cosechadoras no han llegado a completar su trabajo en muchos puntos de la zona denominada «tardía», la más norteña, que otros años hubiera comenzado la temporada el pasado domingo 22, lo que ha mantenido la presencia de codornices y la ilusión entre los aficionados a esta modalidad de caza veraniega en la que el trabajo del perro resulta imprescindible.
Si el sábado se vieron muchos cazadores y menos pájaros, el domingo la situación fue la contraria; bastantes menos escopetas y proporcionalmente más pájaros, donde todavía se constataba la presencia de pollos entre las codornices. Anteayer martes, para los que todavía cuentan con vacaciones, hizo una jornada ideal de caza, sin nieblas ni presencia de sol con una temperatura fresca, que ayudó a que muchas de las codornices residentes en zonas expuestas al aire se mostraran ariscas a los vientos del norte y se refugiaran ya desde primera hora en arroyos y herbazales, apenas sin dejarse ver en su espacio natural, las mullidas hileras de paja o alrededores.
Salvo que el cambio de luna de anteanoche se haya juntado con vientos de componente norte, lo normal sería pensar que aún quedan días para proseguir en pos de la pequeña ave africana, que aprovecha estas fases lunares y estos vientos para iniciar su periplo migratorio hacia el sur peninsular y con destino a África, a sus cuarteles de invierno. Pero mientras queden hileras de paja en el campo, la esperanza seguirá latente. Y en caso contrario, con la de toparse con algún «paso» de estas aves en su viaje al sur.
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