Una quincena de oenegés
españolas y portuguesas publicaron, la
semana pasada en Sevilla, un mensaje de
socorro para evitar la extinción del lobo
ibérico de Sierra Morena, donde la
población asentada desde hace miles
de años se ha reducido a apenas unos
individuos.
Un documento consensuado por estas
oenegés, urge a la Junta de
Andalucía a que catalogue el lobo como
especie «en peligro de extinción»,
apruebe un plan para recuperar esta especie,
revise el modelo cinegético vigente en
Sierra Morena y modifique los planes de
gestión de la Red Natura 2000 en esta
zona para que este cánido tenga «una
consideración prioritaria».
Estas organizaciones recuerdan que los
propios datos de la Junta alertan en los
últimos años del «continuo
descenso» del número de grupos
reproductores de lobos en Sierra Morena,
donde ahora se estima que únicamente
sobrevive uno, integrado por pocos ejemplares
y cuya viabilidad «puede estar incluso en
entredicho».
En 1999 se censaron en Sierra Morena
ocho grupos familiares de lobo ibérico,
repartidos de forma aislada en las provincias
de Sevilla, Jaén y Córdoba, la
mayoría de los cuales se consideran
extinguidos.
La hibridación con otros
cánidos y la pérdida de
variabilidad genética han acelerado la
desaparición de estas poblaciones
relictas de Sierra Morena donde, para muchos,
el aullido del lobo solo es ya una
leyenda.
En la primera década del pasado
siglo, el lobo desapareció de Sierra
Nevada; diez años después, de
Cazorla y en 1951 se dató la muerte
del último ejemplar de
Doñana.
La extinción del lobo de Sierra
Morena supondría la pérdida de
una población estratégica por
su ubicación: es la única que
sobrevive al sur del Duero y probablemente la
más meridional de Europa y por el gran
valor genético de estos ejemplares,
aislados desde hace décadas de las
demás poblaciones españolas de
lobo.
Para estas organizaciones, la
práctica extinción del lobo
ibérico de Sierra Morena
también se ha acelerado por el modelo
de gestión cinegético
implantado en estas sierras desde mediados
del siglo XX, que ha favorecido su
persecución, al ser considerados una
amenaza para la caza.
«No se entendería, ni se
perdonaría por los ciudadanos, que se
dejara extinguir por inacción
política la población
más meridional de lobos de Europa,
una especie clave y beneficiosa para los
ecosistemas que ocupa», concluyen las
oenegés.