Hay cosas que no se pueden entender, no tanto porque presenten una dificultad en sí mismas sino porque su aplicación no goza de consenso ni de argumentos contundentes que determinen su radicalización. Todo esto viene por la ley que se va a poner en marcha, que prohíbe todo tipo de repoblaciones- de especies no autóctonas- en los ríos y en los espacios naturales. La situación merece ser analizada a la luz de la coherencia y no de las formas que de la noche a la mañana han dejado en el paro a ocho o diez guardas en la Comunidad de Madrid.
Estos guardas eran los que vigilaban ciertos cotos de pesca de carácter consorciado. Su misión era vigilar y repoblar los ríos. Como consecuencia de esta ley, al parecer sólo de aplicación en España, esas labores ya no son necesarias y por lo tanto se quedan sin trabajo. Entiendo que haya espacios protegidos dentro de los ecosistemas y que ciertos tramos de los ríos, es decir la totalidad de sus cabeceras, gocen de una ley en la que se prohíba repoblar con especies no autóctonas o consideras exóticas. En eso no hay discusión y me sumo a esa opinión que considero acertada y proteccionista de especies y espacios. Sin embargo creo que se debe como mínimo someter a discusión si espacios tales como pantanos, tramos bajos de los ríos o tramos de los ríos donde la trucha común no se puede reproducir o no se dan las circunstancias para que se reproduzcan, sean objeto de la misma ley.
Creo que eso debería ser matizado o lo que es mejor, en mi opinión, dejarlo como estaba hasta ahora, es decir; espacio vedados, cotos de carácter general y cotos consorciados donde la suelta de truchas arcoiris está, en mi opinión, justificada. ¿Por qué está justificada? Creo que hay cuatro motivos que ahondan en esta tarea de justificar. El primero es el lado lúdico y deportivo de la pesca. El segundo nos dice que no son pocos los pescadores que han aprendido el manejo de las técnicas de pesca en estos tramos de ríos, pero lo más importante es el número de pescadores que han aprendido a respetar el medio, haciéndose pescadores de captura y suelta. Tercero, la recuperación de espacios antes perdidos por la excesiva contaminación y el abandono de tramos del río que no tenían ningún interés por estar en un estado lamentable y sin atisbos de vida animal de ningún tipo en sus aguas.
Por otro lado están dentro de la Comunidad de Madrid, relativamente cerca de la capital y eso era y es otro aliciente para que esos tramos estén en fin de semana muy concurridos. La ganancia para la hostelería poca o mucha, eso ya no lo sé, era evidente, con su cierre también se ha acabado. Cuarto y muy importante, esos cotos de tipo consorciado donde previo pago del importe de un permiso podía pescar quien quisiera, quitaban mucha presión a los tramos con trucha autóctona porque se permitían todas la modalidades de pesca, cosa que en los ríos con truchas autóctona no se puede hacer. Esta me parece bien porque no es más que una forma más de protección sobre una especie muy castigada como es la trucha común.
El hecho de que España no tenga un ley de aguas privadas no nos deja a los pescadores practicar nuestro deporte con libertad y siempre estamos bajo la amenaza de unas leyes, a veces un tanto caprichosas, porque en definitiva descansan en el criterio político. Esto es una realidad de la que no podemos zafarnos y es una realidad que nos perseguirá como individuos autónomos y como colectivo. Volviendo al tema que nos ocupa, desde mi perspectiva de ciudadano y pescador con mosca y sin muerte, sólo puedo quejarme de esta falta de democracia y denunciar el radicalismo del Ministerio de Medio Ambiente o a su máximo representante, que sin consultar, hablar, reunirse y ver que hay otros puntos de vista diferentes al suyo, toma o toman una medida precipitada. Podría haber entendido que se diera un tiempo, unos años, para que en los ríos se empezaran a tomar medidas tales como las infraestructura necesarias –piscifactorías- para poder repoblar con trucha común.
De esa manera habríamos salvado muchos puestos de trabajo. Si nos comportamos como un colectivo de gente que ama el deporte de la pesca y damos respuesta a esa exclusión participativa, es posible que las cosas mejoren para todos. Entiendo y vuelvo a repetir que ciertas posturas ecologista son compartidas por mi punto de vista, pero descarto aquellas que por su radicalización son unilaterales, sectarias y políticamente comprometidas con la ideología y no con el sentido común. Es posible que el gobierno entrante con mayores dosis –se supone- de liberalismo entre sus filas sea capaz de hacer esta ley algo más flexible y que sea una ley para todos no sólo una ley para contentar a grupos minoritarios.
Real Decreto por el que se regula el listado y catálogo español de especies exóticas invasoras.