Cervalizas, una bonita zona de
montaña del municipio campurriano de
Campoo de Suso, se ha convertido estos
días en un tétrico cementerio
de animales salvajes, fundamentalmente
venados y corzos -también
algún jabalí-, que no consiguen
escapar de la trampa de la nieve.
Esther García, una vecina de
Fontibre, salió este fin de semana a
recorrer la zona de Cervalizas, a 15
kilómetros de Reinosa, y en solo tres
horas se encontró «a
más de 60 animales muertos en la
nieve». Desde que empezó el
temporal de nieve, los animales que estaban
junto a ríos y otros cauces de agua han
podido sobrevivir con los restos vegetales que
bajan con la corriente, pero los que estaban en
zonas altas llevan días luchando contra
la nieve y sin comer. «Teniendo en
cuenta la población de venados que
hay por esta zona, creemos que hay cientos de
animales que han muerto ya de
inanición», lamenta Esther
García.
Esta vecina de Fontibre y sus
compañeros de montaña
consiguieron rescatar a algunos de los
animales atrapados en la nieve, pero
argumenta que la supervivencia de estos
animales no puede depender de ciudadanos a
nivel particular, que además no tienen
medios para llevar alimentos hasta allí.
«Son animales de la
Administración, de la
Consejería, del Gobierno y de los
habitantes cántabros en general.
Alguien debe responsabilizarse de ellos y
hacerles llegar comida para que sobrevivan o
malvivan hasta que la situación
mejore, aunque aún así por
desgracia muchos de ellos morirán
corridos por perros o despeñados por las
laderas heladas, sin fuerzas para seguir y
dejándose morir. Animales robustos,
pesados, fuertes, salvajes, asustadizos y
vigilantes de las personas, hoy ya sin fuerza,
ni siquiera para huir cuando te acercas a
ellos».
El Gobierno de Cantabria explicó
ayer a este diario que no existe ningún
protocolo establecido para atender a animales
salvajes en situaciones como las que denuncia
Esther García. «Se trata de un
proceso de selección natural sin
más. En estas situaciones se producen
las bajas de los individuos más
débiles», dijo una fuente de la
Consejería de Ganadería. No
obstante, los guardas forestales hacen un
seguimiento de estos animales para evitar su
caza furtiva -en estos momentos, el
frío hace que los animales se agrupen
para protegerse y su caza se prohíbe
de forma tajante- y cuando se produce el
deshielo, los cadáveres que puedan
causar problemas de salubridad, como los que
se encuentren cerca de ríos o en zonas
de cultivo, son retirados.
«Tenemos medios, guardas de
montes, servicios especiales de
montaña… Usémoslos para algo
que nos compete a todos. Vendemos una
reserva incomparable, paisajes inigualables,
caza mayor, berrea y rutas. Pero ahora
debemos dar un feedback a esa fauna, que
hoy, necesita nuestra ayuda», reivindica
Esther García, que compara la
situación con los animales
domésticos alimentados durante los
últimos días con la ayuda de
helicópteros para evitar que mueran de
hambre por culpa de la nieve. «Hago un
llamamiento a la sensibilidad y responsabilidad
de nuestros gobernantes para acabar con esta
cruda realidad con urgencia», insiste. El
nivólogo Alfonso Allende, del servicio
meteorológico MeteoCampoo, denuncia
además que decenas de perros sueltos,
«probablemente de los pueblos»,
se dedican a «perseguir y azuzar a los
venados», que terminan aterrorizados y
exhaustos atrapados en la nieve o
despeñados».