El tecor societario de Portas
está a la vanguardia en la
aplicación de tecnología punta
para una práctica ancestral, la caza.
Los responsables del coto han conjugado su
pasión cinegética con la
implantación de los últimos
avances electrónicos para proteger y
vigilar las piezas que se crían en sus
dominios.
Esto se hace posible gracias al uso de
cámaras de visión nocturna y
sensores basados en la detección de
movimientos cuando se desvanece la luz del
día.
Abarcar la extensión completa del
tecor se antoja como una empresa casi
imposible. Por ello, se han instalado los
nuevos aparatos en lugares
estratégicos desde los que pueden
vigilar la fauna que allí habita para
controlar su población y la mortandad
que acecha a las especies, especialmente la de
conejos.
El funcionamiento de esta
tecnología parece sencillo. Una vez
colocados los visores en los lugares que
más interesan, los detectores se
activan al percibir movimiento. Se monitoriza
y envía una alarma a los
teléfonos móviles de los
responsables del coto, que pueden dar la voz
de alarma si se está ante la presencia
de agentes nocivos para los animales o el
propio tecor.
Los dispositivos cuentan con un alcance
aproximado de 20 metros para la
detección, y según el modelo,
almacenan fotos y vídeos de lo que
registra, al estar dotados de tarjetas de
memoria. Esta tecnología permite la
vigilancia a distancia y el almacenamiento de
datos, útiles para las labores de
detección de ataques y el control de la
población.
Las cámaras -de reducido
tamaño y diseñadas para su
camuflaje en campo abierto- ayudan en la
lucha contra los ataques que cada año
protagonizan otros animales y personas,
muchas veces ajenas al colectivo, que lastran
las poblaciones asentadas en los cotos. Con la
implantación de este tipo de
dispositivos se pretende dar caza a estas dos
amenazas e identificar las bajas que se sufren
habitualmente en las cabezas no capturadas
por los socios, así como posibles fugas
no deseadas.
Tecnología frente a guardias
Una vez más el debate entre los
partidarios de contratar vigilancia humana para
este tipo de recintos o rendirse a los avances
tecnológicos y sus ventajas, se reabre
a raíz de la llegada de estas
cámaras.
Uno de las principales beneficios que
esgrimen los defensores de esta segunda
vía es que la inversión queda
amortizada en poco tiempo y que el nivel de
control es sensiblemente mayor al humano
porque se actúa en diferentes lugares
del tecor al unísono y en tiempo
real.
Manuel Martínez, el presidente de
la sociedad de caza de Portas es de los que
piensa que «hai que
modernizarse». Uno de los principales
impulsores de este tipo de tecnología
en los montes pontevedreses reconoce que
«non é ainda moi habitual
empregar este tipo de
tecnoloxía», aunque se muestra
satisfecho de su reciente incorporación
y de todo lo que conlleva.
Se pide desde la dirección de los
cazadores del tecor «que a xente sexa
consciente de que son aparatos para o control
e hai que coidalos», ya que fuera del
circuito de vigilancia no tienen demasiada
utilidad.
Con una red de cámaras colocadas
a lo largo y ancho del coto y en un momento
clave de la temporada cinegética, la
fase de repoblación cobra una especial
relevancia, ya que de su control exhaustivo
dependerá el futuro durante los
próximos meses para los cazadores. A
pesar de que la caza menor cierra confirmando
que esta no pasará a la historia como
una buena campaña, se confía
desde el sector que estos datos se puedan
revertir en próximos cursos.