Asaja Valladolid pide que se
agilicen los permisos de caza de conejos para
evitar que esta plaga se convierta en
ingobernable si no se actúa con
celeridad y responsabilidad.
Las cosechadoras han dejado poco grano y
un nuevo problema para los agricultores de
Cigales, Corcos y Mucientes: la presencia
masiva y alarmante de conejos. Un problema
endémico para estas localidades que
año tras año se repite y con el
que los agricultores tienen que luchar.
Tras la cosecha y con los campos limpios,
se ha podido ver la verdadera
dimensión de esta
problemática, una verdadera plaga de
conejos que si no se empieza a controlar puede
poner en peligro los próximos cultivos
de la colza y el centeno que se
empezarán a sembrar en mes y
medio.
De esta forma, Asaja Valladolid advierte
que todavía se esta a tiempo de hacer
un control escalonado y ordenado para que
este problema no vaya a más y se
convierta en ingobernable pasando no solo a
ser una preocupación para los
agricultores, si no también, de salud
para los habitantes de estas localidades.
Por ello, Asaja Valladolid pide a la Junta
de Castilla y León que agilice los
permisos para cazar estos animales de una
forma gradual y responsable. «No se quiere
acabar con la población de conejos pero
si reducir su número lo suficiente, para
que no pongan en peligro la salud y los
cultivos de los agricultores», asegura la
organización agraria.
Para Asaja Valladolid se necesitan
más permisos y que se concedan con
mayor agilidad, especialmente entre las vedas
de la codorniz y la general donde se pueden
cazar estos animales. Para esta
organización, «sería muy bueno
que la administración siguiese el
ejemplo del año pasado donde, tras
detectarse un considerable aumento de la
población de estos animales, se
actuó rápido con los permisos y
se evitó que se convirtiese en plaga el
excesivo número de estos
animales».
Asimismo, Asaja Valladolid pide que
además de los permisos, se realice un
mantenimiento y limpieza de los bordes de
autovías y ferrocarril, cunetas de
carreteras y cauces de las riberas de los
ríos y arroyos, que son el refugio ideal
para que estos animales críen y por su
especial “potencial reproductivo”
pongan en peligro las cosechas de los
agricultores.