La Unión de Tecores de Galicia ha presentado a la Consellería de Medio Rural de la Xunta una propuesta para agilizar la puesta en marcha de batidas de jabalíes, ante la falta de eficacia de los actuales protocolos. Según señala Antonio Mota, secretario de Unitega, «no nos parecería nada descabellado que si la Sociedad de Cazadores titular de un Tecor es avisada por sus agricultores de que hay indicios de que el jabalí está merodeando por sus cultivos, esta pudiera actuar de forma inmediata». Y subraya que cuando habla de actuar «de forma inmediata», se refiere «a las horas inmediatamente posteriores al aviso recibido y no a uno o dos días después», que es en lo que se traduce la aplicación de los actuales protocolos.
Esgrime, como apoyo a su petición, que «muchas de las personas que nos dedicamos a la caza por afición somos agricultores», lo que permite un estrecho contacto entre ambos mundos y detectar a pie de obra el problema de los jabalíes en el momento de su aparición. Por esta razón consideran desde Unitega que esa inmediatez del aviso habría que aprovecharla, «que cuando el agricultor detecta el problema se pueda actuar ese mismo día».
Por otra parte, Jacobo Feijóo, de Unións Agrarias, coincide en que «efectivamente existe esa circunstancia y es cada vez más necesario agilizar las actuaciones y evitar trámites administrativos».
Obstáculo
Con este planteamiento sobre la mesa en Unitega señalan que el principal obstáculo sería la necesidad de contar con la autorización administrativa para efectuar este tipo de «acciones express», por lo que apuntan como posible solución, «comunicar con una antelación determinada a la Administración la intención de actuar en las zonas donde habitualmente surjan daños y remitir después un email o un fax al Servicio Provincial de Conservación da Natureza avisando de la realización efectiva de cada una de las acciones de disuasión». El aviso en cuestión se podría realizar con una antelación de unas horas (sin exceder las 24 horas).
Antonio Mota destaca que «las sociedades de cazadores podrían crear y mantener uno o varios grupos de intervención preventiva, que serían activados de inmediato para actuar a demanda del agricultor que detecta los primeros indicios del daño en sus cultivos». Añade que el sistema ganaría incluso en efectividad si en esos grupos de intervención preventiva «estuvieran incluidos cazadores que también fueran agricultotres».
Y es en este punto en el que el gremio de cazadores, por boca del presidente provincial de la Asociación de Caza, Antonio García, recuerda que «las personas que se dedican a la caza lo hacen por afición», por lo que considera que el aspecto de posibles retenes de cazadores listos para actuar en cualquier momento para contener los daños del jabalí «es algo que habrá que tratar».
Desde Unións Agrarias apuntan otro posible problema a medio plazo y es que «no hay relevo generacional en los cazadores; ahí sí que tenemos un problema grande a 15 años vista».
Reconoce, eso sí, que «el resultado de las 300 esperas solicitadas en 2017 ha sido mínimo» y que «en los últimos 10 o 20 años el problema de la proliferación del jabalí ha crecido exponencialmente».
Jacobo Feijóo, de Unións Agrarias, avisa que los jabalíes está siendo «un inhibidor de la agricultura no sólo a tiempo completo sino también para los huertos familiares; es un animal que se ha convertido, ahora sí, ya en una plaga».