El sector de la caza y la Delegación del Gobierno en Navarra han analizado conjuntamente el aumento de la violencia del mundo animalista contra el sector cinegético, que en las últimas semanas se ha traducido en destrozos de infraestructuras, amenazas y ataques a las tradicionales palomeras.
En este sentido, el presidente de La Federación Navarra de Caza, José Ángel Remirez, y el presidente de la Oficina Nacional de la Caza, la Conservación y el Desarrollo Rural, Felipe Vegue, han mantenido un encuentro con el delegado del Gobierno en Navarra, José Luis Arasti. En este encuentro, los representantes cinegéticos han trasladado su preocupación por la situación y han solicitado información sobre la marcha de los diferentes expedientes en manos de la investigación de los cuerpos de seguridad.
En la reunión ambas partes establecieron una serie de pautas, que tendrán continuidad jurídica, una vez que se complete la instrucción de los hechos. Además, las dos instituciones cinegéticas, y en nombre de todos los sectores afectados, se personarán como acusación particular en estos casos, solicitando las máximas penas previstas en la legislación.
De esta forma, la diversidad en nuestras tradiciones cinegéticas será un valor digno de Justicia, a la cual aspiramos todos los cazadores y ciudadanos lejos de los criterios extremos de organizaciones animalistas.
Hay que recordar que en las últimas semanas las Comunidades de Navarra y Euskadi han sido protagonistas involuntarias de una escalada destructiva contra los intereses económicos de pequeños Ayuntamientos, relacionados con el aprovechamiento cinegético y la tradición de la caza en Palomeras.
Se trata de puestos elevados para la caza de palomas en sus desplazamientos migratorios y que solo son utilizados unas pocas jornadas al año. Es un método de caza muy especializado, tradicional y que representa una parte muy importante de los ingresos, siempre tan escasos, de pequeños Ayuntamientos rurales. Sin embargo, esto puestos de caza están siendo atacados y destruidos por la intolerancia de algunos representantes del animalismo más radical.
Además, estos daños materiales han podido causar también daños personales irremediables como en Andosilla, donde un animalista ya identificado prendió fuego al bosque de pinos que contenía en su interior a palomeras y cazadores, poniendo en peligro vidas, flora y fauna y perjudicando gravemente el valor económico y social que representan las actividades de caza.