Ahora toca disfrutar de las especies de caza y de otras aves, aunque sin escopeta ni perros, porque la temporada de caza ya ha finalizado en todas sus variantes. Y si la semana pasada decíamos que no se había registrado la concentración de aves que suele llegar cuando arrecia la nieve, los bandos comenzaron a verse desde el mismo jueves en todas las zonas de campas y especialmente en las zonas más próximas a la costa. El vuelo de muchos bandos de aves volvió a dejarse ver por todo el Txorierri, Ezkerraldea, Mungialdea y demás zonas vizcainas en las que la nieve no ha estado tan presente por las olas de frío polar siberiano con que nos regaló el inicio de febrero.
Las protagonistas, las avefrías y sus vecinas las clausetas o chorlitos dorados europeos. La primera es especie cinegética cuando es época de caza y la segunda está protegida. Ambas se han presentado no en grandes bandos, como en las nevadas de hace unos años, pero sí de forma repartida, prácticamente por todas las zonas de campas. También se han dejado sentir de forma tímida algunas malvices, comunes e incluso alirrojas, y respecto a la sorda, en las zonas de pase sí se han avistado algunas pero no parece haberse constatado una gran presencia de este pájaro en estos últimos días. Aunque sus costumbres y la ausencia de perros en los montes por la veda también tenga que ver en la mayor o menor apreciación de su llegada a nuestras zonas a estas alturas del invierno.
Limícolas. La avefría es la especie Vanellus vanellus y se trata de un ave limícola que cría en prácticamente toda Europa, pero cuya especie apunta estar hoy en día amenazada por los cambios sufridos en los sistemas agrícolas. Aunque en Euskadi la conocemos más por su paso en época migradora y su vuelo en bandos de forma siempre gregaria. A veces pasa incluso en días de palomas y viento sur de octubre, y se deja ver entre las aves azuladas. La avefría cría en colonias pequeñas en campos y marismas, y puede llegar a vivir hasta diez años. Se alimenta en campos arados, campas, praderas, bordes de pantanos y playas fangosas, preferentemente de insectos, gusanos y arañas. Su peculiar grito (kivi) es bien conocido por todos los cazadores, lo que descubre su presencia de noche fácilmente. De día, su tamaño y forma de vuelo le delatan de lejos, y de cerca se le reconoce fácil por su colorido, el cuerpo blanco y las puntas de las alas redondeadas y toda la cubierta negra y verdosa, en un cuerpo que puede pesar entre 150 y 300 gramos. Sus aplicaciones gastronómicas son más reducidas respecto a otras especies cinegéticas, lo que recorta su número de adeptos en época de caza.
Cuando nos referimos a la clauseta esta es otra ave limícola, el Chorlito Dorado Europeo o Pluvialis Apricaria. Hace años desapareció de la lista española de especies cazables, que no de la francesa, y aún algunos la confunden al volar, sobre todo con poca luz, con bandos de agachadizas o incluso de becadas por la forma del cuerpo, de las alas y de su trayectoria a veces zigzagueante. Cría en terrenos secos del norte de Europa y también puede vivir hasta diez años. Su cuerpo es menor que el de la avefría, pesando entre 140 y 250 gramos. En los campos se suele mezclar con las avefrías, pero no así en vuelo, donde se separan claramente de sus vecinas blanquinegras. Suelen volar más alto y más rápido que las avefrías, aunque es raro que haya muchas aves de una especie y no ande cerca la otra. En invierno también ocupan los mismos hábitats de campo abierto de cultivos, campas y desembocaduras de ríos para alimentarse de gusanos, insectos, caracoles, larvas, arañas, algas o incluso musgo. Gracias a ambas especies estamos teniendo estos días un estupendo obsequio para la vista y sin duda, para los más veteranos, muchos y gratos recuerdos de otros tiempos distintos de caza.